Visitamos la heladería Tutti Frutti, un negocio artesanal y familiar que lleva mas de 70 años de elaboración propia.
Con leche, fruta, azúcar y bloques de hielo elaboraba los primeros helados que vendía en el centro del pueblo. Lo que empezó como un pequeño negocio familiar se convirtió en una tradición que hoy sigue viva bajo el nombre de Tutti Frutti, en manos de sus nietos.
Eli, maestra heladera, se encarga de investigar y fabricar sabores para que cada vitrina esté lista a diario. La hermana pequeña aporta el toque artístico en los detalles y presentaciones, mientras que el resto de la familia continúa con la gestión y la atención al público.
“Hay que estar con los tiempos, sacando cosas nuevas y adaptándose”, aseguran los hermanos.
Aunque los helados de turrón siguen siendo un clásico, el sabor más vendido es, sin sorpresas, el chocolate en todas sus versiones. Pero Tutti Frutti también se atreve con propuestas innovadoras: té verde matcha, coco con yuzu o infusiones de hierbas transformadas en sorbetes.