En la calle Toledo, 106, muy cerca de la Puerta de Toledo, se esconde un pedazo vivo de la historia castiza de Madrid. Se llama 'Los Caracoles', un bar con casi un siglo de vida que ha sido redescubierto y tomado bajo la custodia de Víctor, su nuevo propietario, con un objetivo claro: "que no se pierda la esencia de Madrid".
"Estamos en Los Caracoles, que es uno de los bares más antiguos de Madrid. Lleva abierto desde 1927 y bienvenidos", presenta con orgullo Víctor, quien hace apenas cinco meses decidió coger el traspaso de este establecimiento histórico.
"Este bar ha pertenecido durante tres generaciones a la familia Álamo", explica, detallando que su motivación fue profundamente sentimental: "Porque no me gusta que se pierda un poco la esencia de Madrid, que creo que se está perdiendo bastante, y me hacía mucha ilusión tener un bar que va a cumplir cien años dentro de dos años".
El alma del lugar se respira en sus paredes, literalmente. Están cubiertas de fotografías que narran la historia del bar y de la familia Álamo. "Aquí tenemos, por ejemplo, esta foto de hace como 30 años, ahí está Miguel y allí tenemos al padre de Alicia, que es la segunda generación que tuvo el bar. Y allí tenemos a Alicia y a Miguel, que son las personas que me lo han traspasado, que ha sido justo la última generación", señala Víctor.
Pero si por algo es legendario 'Los Caracoles' es, como su nombre indica, por su plato estrella. La receta se ha preservado con celo. "Lo que hemos hecho es preservar la receta sin cambiarle ni una coma. Por eso, le hemos llamado 'los caracoles de Alicia'", afirma Víctor, en un homenaje a la anterior generación.
La tradición culinaria sigue tan viva como hace décadas: a la semana salen unos 150 kilos de caracoles, pero en festividades como La Paloma, la cifra se dispara hasta casi los 350 kilos.
Con Víctor al frente, este bar centenario no solo mira con nostalgia al pasado, sino que asegura su futuro. La misión es clara: mantener viva una receta y una esencia que, con suerte, durarán otros cien años más.