De pulmón verde a foco de inseguridad: la caída del Parque Paraíso en San Blas
- Varias tiendas de campaña se han instalado en la zona
El Parque Paraíso, antaño un pulmón verde para el barrio de San Blas, es hoy el epicentro de un grave conflicto vecinal y social. Desde hace semanas, los vecinos de la zona han visto cómo el parque se transformaba en un territorio tomado por decenas de personas acampadas y el menudeo de drogas, generando una sensación de inseguridad que les ha llevado a evitar un espacio que antes era de todos.
La situación, según relatan los vecinos, se ha agravado notablemente. "Aquí hubo un levantamiento de un asentamiento y se han venido para acá. Luego hay problemas de convivencia, hacen sus necesidades aquí, la semana pasada vimos fogatas. Una degradación del barrio en prácticamente todos los sentidos", explica Santi, uno de los residentes.
La alarma vecinal no solo es por la suciedad o las acampadas, sino por el temor a transitar por la zona. "Hace un par de días, volviendo mi chica por la calle caminando sin más, la hicieron sentirse insegura, que si lanzándole besitos, vejándola", declara otro vecino.
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El fantasma del fentanilo y los narcopisos
El componente más alarmante para los vecinos es la presencia abierta de drogas fuertes, especialmente el fentanilo. Laura, otra vecina, comparte una anécdota que ilustra el miedo: "La policía me comentó que había un chico tirado en el suelo y me dijeron que era por el tema del fentanilo y que tenía que tener cuidado con el perro porque, al final, simplemente con olerlo podía traerme bastantes problemas. Es lo que se comenta, que ya hay narcopisos con el tema del fentanilo".
La otra cara: "Podemos tener una adicción, pero somos personas"
En medio de este escenario, la voz de una mujer asentada en el parque con su tienda de campaña aporta una perspectiva del drama humano que se vive dentro. Explica que huyeron de otro parque por la violencia y los robos, y que las tiendas se las ha proporcionado la iglesia. "Intento mantenerlo todo recogido y limpio como tiene que ser", afirma.
La mujer reconoce abiertamente el consumo de drogas, pero pide no ser confundida con los elementos más violentos. "Puedo tener una adicción, pero soy persona, mantengo unas bases: la lealtad, el respeto, la amistad. Estamos esperando una ayuda, estamos con los Servicios Sociales".
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Su testimonio confirma los peores temores de los vecinos: "Se están vendiendo parches de fentanilo de distintos grados (...) está habiendo muertes muy raras". Además, relata haber sido víctima: "Antes de anoche nos atracaron, intentaron quemar la tienda con nosotras dentro".
Con una crudeza inusual, esta mujer expresa una frustración que contradictoriamente une su sentir con el de los vecinos: "Entendemos totalmente la situación de los vecinos. Yo voy con mi hijo y veo a un sinvergüenza consumiendo o haciendo ciertas cosas y, con perdón, me cago en la madre que lo parió".
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Critica con dureza a quienes roban para conseguir su dosis, especialmente a personas vulnerables: "Robar un monopatín a un niño o robar un bolso a una mujer mayor es para matarles". Su deseo, concluye, es el mismo que el de los vecinos: "Queremos salir de la calle y de la droga".
Mientras tanto, el Parque Paraíso se mantiene como un símbolo de un problema sin resolver, donde el miedo de los vecinos y la desesperación de quienes lo habitan chocan diariamente, con un anhelo común: recuperar la paz y la normalidad para un barrio que se siente abandonado.
