Chufa, agua, azúcar y mucho cariño ligado a una tradición centenaria. Estos son los ingredientes de la horchata, una de las recetas más antiguas de Madrid que, contra todo pronóstico, mantiene vivo su legado en un único y emblemático quiosco en el distrito de Salamanca.
Aunque popularmente asociada a la zona de Levante, esta bebida de origen árabe fue una de las más emblemáticas de la capital, donde hoy solo resiste el aguaducho de José Manuel García López, considerado "el último horchatero de Madrid".
Ubicado en el número 8 de la calle Narváez, a pocos pasos del metro de Goya, este puesto es el último superviviente de una época dorada en la que más de 300 quioscos salpicaban las calles de la ciudad.
Según datos de la época, en 1959 se llegaron a vender más de siete millones de litros de horchata en Madrid, una cifra que demuestra, como afirma el propio José Manuel, que "aquí ha habido una cultura de la horchata mucho más grande que en Valencia".
José Manuel García López representa la cuarta generación de una familia de horchateros originaria de Crevillente (Alicante). Después de 20 años al frente del negocio, se ha convertido en un referente del barrio, conocido por vecinos, turistas y figuras públicas. Tal es su reconocimiento, que ha sido elegido para dar el pregón de las Fiestas del Pilar 2025 del distrito el próximo 10 de octubre.
Tradición familiar y recuerdos de una época dorada
José Manuel, lleno de fotografías, nos narra la evolución de un oficio que se resiste a desaparecer. Una de ellas muestra a su madre en el primer quiosco de la calle Narváez, "el típico aguaducho de madera, con el mostrador de cinc". Otras instantáneas capturan a su abuela María sirviendo horchata, o a su tío Manolo, que era el encargado de elaborarla.
"Esta foto es del 16 de agosto de 1975, y eran épocas maravillosas. Aquí había tres y cuatro filas de personas". En otra imagen aparece su hermano elaborando la horchata in situ: "De ahí a la chufa, se metía en este recipiente, se le echaba agua y se empezaba a prensar; había que hacer brazo".
Horchata y agua de cebada: sabores de antaño
Junto a la horchata, el puesto mantiene viva otra receta tradicional: el agua de cebada. José Manuel explica que se trata de "una bebida muy antigua de Madrid que se elabora con cebada tostada. Su sabor recuerda un poquito a un té frío de limón". Sin embargo, reconoce que las nuevas tendencias han hecho mella: "Últimamente tira más la gente por otro tipo de bebidas más modernas que por las tradicionales y artesanas. Son carbonatadas, son artificiales".
A pesar de los cambios en los gustos del consumidor, el último aguaducho de Madrid sigue siendo un testimonio vivo de la historia gastronómica de la ciudad, un lugar donde el pasado y el presente se funden en cada vaso de horchata, manteniendo viva una tradición que José Manuel defiende con orgullo y cariño.