En el barrio de Ibiza se esconde La Montería. Desde 1963, esta taberna ha sido un santuario para los amantes del buen producto, donde los sabores de la caza, los guisos hechos a fuego lento y los pescados salvajes comparten carta con la herencia de una familia dedicada en cuerpo y alma a la cocina.
La historia comenzó con Juan José y Mercedes, un matrimonio originario de Cazorla que decidió emprender su sueño en la capital. Él atendía la barra con su característica amabilidad, mientras ella, desde los fogones, tejía una cocina andaluza enriquecida con las influencias de la tradición catalana, vasca, navarra y gallega que Juan José había absorbido en sus años de formación.
Fue en 1987 cuando Miguel Ángel, habiendo crecido entre cazuelas y aprendido de forma autodidacta, tomó el testigo. "Yo cogí la dirección en 1987. Nosotros tenemos una cocina de producto: trabajamos mucho el atún, los pescados salvajes, la caza, las setas", relata. Bajo su dirección, el local ha mantenido su esencia tabernaria mientras elevaba su propuesta culinaria a cotas de excelencia.
En una de sus paredes, entre fotos y recuerdos, brillan con orgullo varios Bib Gourmand de la Guía Michelin, un galardón que distingue a los establecimientos con la mejor relación calidad-precio. "Son diez años de trabajo duro. Tengo un equipo estupendo que la verdad es que me ayuda muchísimo y estamos muy contentos", afirma Miguel Ángel.
La filosofía de La Montería es clara: el producto es el absoluto protagonista. Los amantes de la caza encuentran aquí su paraíso, especialmente en temporada. Sus guisos, cocinados con paciencia y saber hacer, son un homenaje a la cocina tradicional. Del mar llegan pescados salvajes y el atún rojo, que se presenta en una amplia variedad de cortes para satisfacer al paladar más exigente.
Seis décadas después de su fundación, La Montería sigue siendo un ejemplo de cómo la tradición, el esfuerzo familiar y el respeto por el producto de calidad pueden crear una leyenda gastronómica en el centro de Madrid.