¿Cuántas veces hemos escuchado la expresión “¡Eso está en quinto pino!”? No hace falta irse al Desierto del Gobi para llegar allí. El quinto pino estaba en Madrid.
Remontémonos a tiempos de Felipe V, aquel rey que se creía una rana. Entonces el Paseo de Recoletos era una de las arterias principales de la ciudad, que cruzaba Madrid hacia el norte. A lo largo del paseo se plantaron
cinco hermosos pinos. El primero estaba en lo que hoy sería el comienzo del Paseo del Prado. Los demás estaban situados a lo largo de toda la avenida, bastante lejos unos de otros. Así, hasta llegar al más lejano, el quinto, en lo que hoy son los Nuevos Ministerios.
La gente utilizaba los pinos para quedar. Las parejas más fogosas preferían quedar en el quinto pino, que quedaba a las afueras, lejos de las miradas indiscretas, para hablar de sus cosillas…