Lidia —nombre ficticio para proteger su identidad— ha relatado el calvario que sufrió pese a estar protegida por una orden de alejamiento. Según explica, los dispositivos de control “Cometa” que vigilan a los agresores permiten un margen de error de hasta dos minutos, pero en su caso el fallo fue mucho más grave: “Un día llegó a estar a 17 metros de mí, cuando la orden indicaba que debía encontrarse a no menos de 750 metros”. ´
Tras ese episodio, su agresor fue detenido y pasó nueve meses en prisión. Sin embargo, al salir, “se les olvida ponerle el dispositivo Cometa”, denuncia Lidia. Poco después, él huyó y llegó a arrancarse la pulsera de seguimiento. “Es un fracaso del sistema”, sentencia, reclamando que “se pongan las pilas y defiendan de verdad a las mujeres”.
El testimonio de Lidia coincide con las críticas que ha desatado la gestión gubernamental del sistema de pulseras antimaltrato. Durante el cambio de proveedor tecnológico, un error en el volcado de datos impidió durante meses conocer con precisión los movimientos de los maltratadores, lo que derivó en sobreseimientos y absoluciones.
La expresidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, María Ángeles Carmona, advirtió ya en enero de 2024 a la ministra Ana Redondo de los riesgos de las nuevas pulseras adjudicadas a Vodafone y llegó a comprobar que estos dispositivos “se habían comprado en AliExpress”. Un fallo estructural que, como demuestra el caso de Lidia, ha puesto en riesgo la seguridad de las víctimas.