Los niños ya no juegan como antes. Lo de construir castillos con bloques, hacer carreras con coches o pasear muñecas en carritos parece cosa del pasado.
Según los datos registrados en las principales cadenas de jugueterías, las ventas de los juguetes más clásicos no dejan de caer, poniendo incluso en riesgo a algunos de los fabricantes de toda la vida.
Las muñecas, en particular, son las grandes perjudicadas. Aquellos juegos de vestirlas, peinarlas o bañarlas han perdido el interés de los pequeños, que cada vez dedican más tiempo a las pantallas, los videojuegos y los contenidos digitales.
Una tendencia que preocupa al sector, que ve cómo las nuevas generaciones crecen rodeadas de tecnología pero cada vez menos de imaginación manual.
Desde las asociaciones de fabricantes de juguetes reconocen que las cifras son “preocupantes”.
En los últimos años, las ventas de muñecas han caído de forma sostenida, y los juguetes de construcción y los coches de colección también registran descensos notables.
Mientras tanto, los juguetes electrónicos y los dispositivos interactivos siguen ganando terreno, impulsados por la inmediatez y el atractivo visual de los contenidos digitales.
Los expertos alertan de que el reto ahora pasa por recuperar el valor del juego tradicional, fundamental para el desarrollo de la creatividad, la motricidad y la socialización infantil.