Última noche de cañas y bocatas en el Palentino. En la calle, colas de tres horas para acceder al local y despedirse en condiciones del bar. Muchos no han podido entrar. "Nos quedamos huérfanos", se lamenta un cliente habitual. "Se han agotado las existencias... Ha sido un día demasiado fuerte", dice Lola, la dueña.
De momento, una noche más, la última, suena el "chicos, nos vamos" detrás de la barra. Poco a poco se va desalojando el local. Un recuerdo con aplausos a Casto Herrezuelo y las lágrimas inundan los ojos del personal. Se echa el cierre definitivamente y suena como una sentencia: "Señores, se acabó el Palentino".
Los propietarios aseguran que han recibido más de 50 ofertas por el local, aunque quizá sea uno de los hijos el que continúe con el negocio. Lo veremos.