María Rueda es la cuarta generación que trabaja en el Almacén de Pontejos, un negocio centenario fundado en 1913 por su bisabuelo Antonio Ubillos, un guipuzcoano que fue a buscar una oportunidad en la mercería de su tío en Madrid.
Allí Antonio comenzó como aprendiz y llegó a ser gerente. Le gustó tanto que decidió crear su propia empresa, Almacenes Pontejos, un lugar donde se para el tiempo, un negocio que ha resistido una guerra, crisis y una pandemia.
Por estos almacenes pasan cada día 2.500 personas. "Si no lo encuentras en Pontejos, no lo encuentra en ningún lado". María lo tenía claro desde pequeña. Su sueño era trabajar aquí. Junto a su hermano Antonio, han sido ellos quienes han adaptado el negocio a los nuevos tiempos sin perder la esencia de antaño.
Contabilizados disponen de unos 60.000 productos. "Cada artículo, aunque sea solo uno, puede haber 385 colores". Según nos explica María, antiguamente el perfil del cliente eran mujeres de entre los 30 y 60 años, ya que era la que cosía en casa. Actualmente, se ha ampliado el abanico, sobre todo gente joven que busca personalizar sus cosas.
Estar en este negocio es teletransportarse al pasado. "Los pasillos, los cajones. Sigue exactamente igual que antes". Grandes personalidades, como Sara Montiel, Lolita Flores y Marta Sánchez, han ido a Pontejos, así como importantes modistos, programas y series de televisión para adquirir artículos para su atrezo.
Hasta cuatro generaciones de familia han cuidado de mantener vivo el legado del fundador. Sin lugar a dudas, lo que hace fuerte a esta empresa familiar es el amor por las cosas bien hechas que se ha sabido trasmitir de padres a hijos. Entre hilos, botones y telas, Pontejos sigue tejiendo historia gracias a la dedicación de un gran equipo.