Cerca del Museo del Prado se encuentra el Real Jardín Botánico, una joya natural poco conocida entre los madrileños.
Su origen se remonta a la Ilustración, cuando Carlos III trasladó el Jardín Botánico a su ubicación actual, en un momento en el que la botánica era una de las principales disciplinas de estudio.
Sin embargo, sus instalaciones no solo permiten descubrir especies de distintos continentes, sino que también funcionan como un espacio dedicado a la investigación.