Una ruta otoñal en bicicleta eléctrica por el Valle de la Fuenfría
- El recorrido cuenta con vistas espléndidas
Conocer la montaña con temperaturas invernales tiene un encanto especial, y más si se hace sobre dos ruedas. Félix y José, guías titulados en alta montaña con una vida de experiencia en las cumbres, están reinventando la manera de disfrutar de la sierra madrileña.
Su propuesta: explorar el Valle de la Fuenfría sobre bicicletas eléctricas. "Vamos a hacer una ruta por el Valle de la Fuenfría y vamos con bicicleta eléctrica que ya verás, los vas a disfrutar", asegura Félix al inicio de la aventura.
Equipados con lo imprescindible, casco, guantes y "la mejor de nuestras sonrisas", iniciamos el ascenso desde Cercedilla hacia el Puerto de la Fuenfría y el Mirador de la Calva, rodeado por el imponente y sereno paisaje de un maravilloso pinar.
La primera parada, en la Pradera de Navarrulaque, a la entrada del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. Allí, José explica la simbiosis con la naturaleza: "Tanto los caballos como las vacas están libres, comiendo lo que desean. En el momento en el que empieza el frío, los bajamos, estabulamos. Les quedan pocos días aquí, sobre todo porque también vivimos de la nieve en invierno en el pueblo".
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A medida que se gana altura, las primeras nieves hacen acto de presencia, pintando de blanco las cumbres. "Como ejemplo, los Siete Picos que tenemos detrás. Las primeras nevadas no empiezan muy arriba. Irá bajando poco a poco; lo más importante es la bajada de temperaturas", comenta José.
El recorrido, de vistas espléndidas, depara sorpresas invernales como una pequeña cascada con carámbanos de hielo. "Es el único sitio donde se congela. Es en sitios en los que no se mueve el agua. Por eso se forman en los laterales estalactitas", detalla José, señalando también las formaciones heladas en la base, similares a "repollos" y "canicas transparentes".
Incluso las setas, en un año que "no ha sido muy bueno" para la temporada micológica según Félix, aparecen cristalizadas por el hielo.
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La recompensa final de la subida es el Mirador de la Calva. José aclara el origen de su nombre: "Es el único canchal de granito que está despejado de pino y, desde abajo, literalmente parece una calva", explica José sobre el origen de su nombre.
Desde este balcón natural, Félix enumera el vasto panorama: "Tienes una preciosa visual del Valle de la Fuenfría, el Collado Marichiva, Peñota, el sexto pico y Majalasna".
Tras contemplar la inmensidad, solo queda una cosa: disfrutar de la bajada. Una demostración de que, con la preparación y el equipo adecuados, y ayudados por la suave asistencia de una bici eléctrica, el invierno no frena la aventura.
