En una era digital, el tacto del papel, el placer de manipular un mecanismo ingenioso y la magia de un desplegable siguen cautivando. Detrás de esta artesanía que aúna precisión, ingenio y arte se encuentran Julia y Silvia, dos madrileñas que han convertido el papel en su lenguaje y su profesión, cada una desde un rincón creativo único de la ciudad.
Desde un pequeño estudio en su casa, Julia da forma a auténticas obras de arte tridimensionales. Lleva cinco años dedicada al meticuloso mundo del pop-up, creando tarjetas y libros que sorprenden y divierten al abrirlos.
"Son tarjetas que tú coges, abres, manipulas, saltan, se mueven cosas, hay tiras. Son súper divertidas", explica con pasión. Su proceso es 100% artesanal y autogestionado: "Yo hago la ilustración, hago mecanismos, lo imprimo, hago fotos, hago vídeos. Yo me encargo de todo en casa".
Su vocación nació en la infancia, entre tijeras y pegamento. "Desde pequeña siempre me han gustado las manualidades y los libros de pop-up. Siempre han sido mis referentes y me ha encantado recrearlos con mis propias manos". Su método combina lo analógico y lo digital: primero dibuja el boceto a mano, luego lo escanea, prepara las piezas digitalmente, lo imprime y procede al ensamblaje final. El resultado son piezas únicas, llenas de personalidad y movimiento.
Al otro lado de la ciudad, en el barrio de Arganzuela, el aroma a papel antiguo y cuero inunda el taller Libraco. Aquí, Silvia lleva una década confeccionando libros pop-up y encuadernaciones, siendo la cuarta generación en mantener viva una tradición familiar centenaria.
"Se puede decir que somos la familia de papel y tinta porque ya mi tatarabuelo venía de hacer libros y haciendo mapas. Soy encuadernadora, hago ingeniería en papel y me dedico a hacer libros", relata Silvia con orgullo.
Su taller es un pequeño museo de la artesanía del libro. Entre sus herramientas más preciadas destaca una máquina de más de 200 años que utiliza para estampar dorados en las carátulas de sus encuadernaciones.
Su trabajo va más allá del libro tradicional: "Hago también libros para exposiciones, para escaparates, para vídeos, para clientes. Entonces las posibilidades son muchas". Aunque admite, "mis libros viajan mucho, pero yo estoy siempre en el taller", convirtiendo su espacio en el corazón desde el que late su arte.
Julia y Silvia representan las dos caras de una misma moneda: la innovación desde lo doméstico y la preservación de un oficio tradicional. Ambas, desde sus respectivos talleres, demuestran que el papel es mucho más que un soporte; es un material lleno de vida, capaz de contar historias tanto con palabras como con pliegues, volúmenes y sorpresas que saltan a la vista.