Frank, un hombre holandés de 60 años, vive en el Molino de la Horcajada. Es una vivienda peculiar y exclusiva ya que, el dueño, ha conservado la estructura original del molino.
Es más, en su salón hay una pequeña ventanita hacia abajo en la que se puede ver que el río Lozoya atraviesa la casa.
El dueño vive en un antiguo oficio que ha querido restaurar a su gusto, dejando el corazón del lugar que fue intacto.