En el corazón de Puente de Vallecas, entre el ir y venir de la Avenida de la Albufera, se encuentra el estudio fotográfico de Miguel Ángel. Un local que es mucho más que un negocio; es un archivo histórico, un baúl de recuerdos y el testimonio vivo de la transformación de un barrio.
Con su cámara, Miguel Ángel ha capturado la esencia de Vallecas durante décadas, heredando un oficio que comenzó su abuelo en 1909. "Esto es como irte hacia atrás, es como recordar cómo se hacían las fotos antiguamente", comenta.
"Empezó mi abuelo en la calle del Carmen en el año 1909, luego vinieron aquí al número 14 en el año 1945. Mis padres toda la vida y ahora soy yo el que trabaja". Tres generaciones que han convertido la fotografía no solo en una profesión, sino en una misión: ser la memoria visual de Vallecas.
"Sin duda, los fotógrafos somos los ojos del barrio y los testigos de cómo cambian las personas", afirma con la convicción de quien ha visto evolucionar un paisaje urbano y humano. Sobre los cambios, destaca la "transformación impresionante" de la zona.
"Primero, el puente, no había puente. Es alucinante, lo ves todo despejado". Incluso se muestra entusiasta con un posible futuro cambio: "Ahora se está hablando de que quieren quitar el puente, fíjate qué maravilla, cómo quedaría la Avenida de la Albufera sin el puente".
Su memoria también viaja en el transporte público: "Primero vino el metro, después el tranvía y después el trolebús". Y de este último guarda una anécdota pintoresca: "El trolebús lo típico era 'la cebolleta' y en las curvas se salía, entonces salía el conductor con un palo, lo enganchaba y lo volvía a poner otra vez en su sitio".
Dentro de su estudio se atesoran instantáneas que son auténticas reliquias. Miguel Ángel muestra con orgullo algunas de ellas: "Si te fijas en esta foto, lo que va a la imagen es el guardia con su típico casco blanco".
Otras capturan la efervescencia social del barrio, como las de "las mises de Vallecas, que venían aquí a hacerse las fotos cuando salían en la plaza vieja". Y entre el glamour local, una aparición estelar: "Fíjate, curiosamente, Lola Flores, impresionante".
El álbum de la historia reciente de Madrid también pasa por sus manos. Recuerda "las obras de la M-30, de los años 60, 60 y algo", y la nostalgia llega al hablar del "famoso cine Bristol que había aquí en la Avenida de la Albufera, donde pagabas una entrada y te daban dos sesiones".
Una de las fotografías más emotivas para él es la de una de las dos grandes inundaciones que sufrió Vallecas. "Sería en el año 65, 66… por aquí venían los colectores y no asumían toda el agua que caía, entonces se salía el agua". Mirando esa imagen, calcula: "Con esta foto yo tendría 5 o 6 años, es súper emotivo".
A pesar de los cambios, hay algo que no ha variado: el vínculo con la gente. "Ahora un negocio como estos vive de la gente del barrio", explica. "De la gente que añoraba cuando vinieron a hacerse aquí las fotos cuando eran niños, los padres, los abuelos que trajeron a sus nietos… pues esa gente sigue viniendo".
Miguel Ángel y su estudio son un puente entre el Vallecas de ayer y el de hoy. Cada foto en sus archivos no es solo un recuerdo personal para una familia, sino una pieza del puzle colectivo que forma la identidad de un barrio que no olvida su historia, gracias a los ojos que, como los suyos, supieron capturarla.