A escasos metros de la A-5, en el municipio madrileño de Navalcarnero, se esconde una imagen que contradice cualquier normativa medioambiental: el llamado 'prostíbulo fantasma', un edificio abandonado que ha sido convertido en un vertedero ilegal al aire libre.
A pesar de que unos simples conos parecen vetar la entrada, el acceso es posible por una ruta alternativa que permite llegar en poco más de cinco minutos. El lugar, que hace apenas cinco años funcionaba como burdel, acumula montañas de desechos de todo tipo.
La lista es interminable: sofás, sillas, ladrillos, cortinas, sombrillas, libros, piezas de coche, cajas con botellines, muebles, maderas, colchones, electrodomésticos, neveras, ropa, calzado e, incluso, adornos navideños y bidés. Todos estos enseres, que deberían ser depositados en puntos limpios, se amontonan a la vista de cualquier conductor que circule por la autovía.
La situación en el interior del edificio es igual de alarmante. Además de la gran cantidad de residuos, se han encontrado indicios de que parece que dentro de este antiguo burdel se sigue haciendo vida, lo que añade un factor de riesgo humano a un escenario ya de por sí peligroso debido al precario estado de la estructura, que podría venirse abajo.
El paso del tiempo se ha detenido en este lugar, pero no para conservarlo, sino para convertirlo en un símbolo del abandono y la impunidad. Lo que antaño fue un prostíbulo es hoy un vertedero fantasma que se ha ganado a pulso su nuevo nombre entre los vecinos de la zona: el vertedero ilegal de Navalcarnero.