El poblado chabolista de Leganés Norte resurge. Lo que fue desmantelado este mismo verano ha vuelto a crecer, con una constante ida y venida que los vecinos del barrio observan con preocupación.
"Buscan en la basura chatarra y cosas de esas. Se veían a dos o tres, y es que ahora ya hay un montón. Se nota que viven en la calle", relata una residente de la zona. El acceso al interior del poblado revela un escenario desolador.
Aparentemente fantasma en un primer momento, pronto se encuentran signos de vida entre las más de 40 chabolas que carecen de servicios básicos como agua y luz. Tras llamar a varias puertas, los residentes, con vidas en suspenso, comienzan a compartir sus historias.
"Lo llevamos un poquito mal, pero bueno. Llevo aquí casi cinco años. He pasado frío. No tengo trabajo, no puedo trabajar, tengo 73 años y no tengo dinero para comer", confiesa uno de los habitantes mientras abre las puertas de su chabola.
Su vivienda es un espacio precario, delimitado por vallas cerradas con candado, donde un pequeño montón de leña para hacer hogueras es su único método para combatir el frío.
Otro hombre que reside en el asentamiento describe la situación con crudeza: "Todo barro y todo muy mal. Vivimos aquí. Hemos tenido un montón de problemas con la policía porque me quieren echar de aquí".
Su testimonio refleja el círculo vicioso de desalojos y retornos que caracteriza a este y otros asentamientos, donde la falta de alternativas habitacionales y sociales condena a sus habitantes a una vida en los márgenes, a escasos metros de un barrio que observa con impotencia cómo el problema se perpetúa.