¿Cómo protegió Madrid sus monumentos de las bombas de la Guerra Civil?
- Emblemáticos monumentos quedaron totalmente cubiertos por muros de ladrillo y sacos terreros
- A la Cibeles la rebautizaron como 'la linda tapada'
Madrid es una ciudad repleta de monumentos y de emblemáticos edificios. Construcciones que la Guerra Civil amenazaba con destruir. Las bombas que caían del cielo podían barrer y hacer saltar por los aires la historia de cientos de años en tan solo unos instantes.
Las autoridades republicanas se dieron cuenta enseguida de que era necesario preservar los monumentos y, ya en abril de 1937, crearon el Comité de Reconstrucción, Reforma y Saneamiento de la Ciudad de Madrid.
Entre sus múltiples funciones estaban las de garantizar el suministro de agua y electricidad, las labores de desescombro, la protección y el socorro en el caso de los bombardeos o la prevención de enfermedades y epidemias, algo muy frecuente en un núcleo de población durante un conflicto.
Las autoridades realizan las reparaciones necesarias para minimizar daños, protegiendo y trasladando las partes más sensibles
La fuente de Cibeles es todo un símbolo de la capital, por lo que su conservación se antojaba fundamental. “Para protegerla construyeron una especie de muro con ladrillos alrededor de todo el conjunto escultórico”, nos explica Carmen Risco, historiadora, escritora y divulgadora histórica.
Este muro, que sería como la base de una pirámide, se rellenaba de tierra y, por encima, se recubría de sacos terreros, rodeando la fuente hasta arriba.
La diosa quedó completamente tapada, por lo que, “con el gracejo que tienen los habitantes de Madrid, la rebautizaron y comenzaron a llamarla ‘la linda tapada’”, nos cuenta Carmen.
Sin embargo, a pesar de todas estas medidas, la Cibeles no quedó indemne y es que, unos meses antes de contar con su “coraza” de ladrillo y tierra, un bombardeo muy agresivo afectó al edificio de Banco España y al de Correos y Telégrafos.
La Cibeles también sufrió las consecuencias de este ataque y recibió heridas en un brazo y en el rostro. “Aunque la peor parte se la llevó uno de los leones, al que le quitaron el morro”.
Otros monumentos que se protegieron fueron la fuente de Apolo, el Real Monasterio de las Descalzas, el Palacio del Marqués de Torrecilla o la Fuentecilla de la calle Toledo.
