Comienza la recolección del albillo real en San Martín de Valdeiglesias
- Esta variedad es la primera en alcanzar su maduración
San Martín de Valdeiglesias se viste de gala un año más para celebrar la vendimia, un evento que marca el inicio de la recolección de la emblemática variedad madrileña, el albillo real. Isabel ha sido la encargada de dar inicio a esta tradición, resaltando la calidad de la cosecha.
"Estoy viendo que la producción, la cosecha es muy buena, de una calidad excelente, que es lo importante. Cantidad media, pero es que el albillo es así: uvas pequeñitas. Su sabor es dulce, muy sabroso. El albillo real es solo de Madrid y se llama real porque era el preferido de la nobleza, de la realeza", comparte Isabel con entusiasmo.
La vendimia no solo es un trabajo arduo, sino también un arte. "La cepa nos va hablando. El pámpano, que era verde, se empieza a convertir en sarmiento y justo el peciolo, el punto donde se une el racimo con la rama, empieza a lenificar también y eso es otra señal de que está", nos explica Isabel, subrayando la conexión íntima que los viticultores tienen con la tierra y las vides.
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El esfuerzo manual es la esencia de esta labor, ya que, como menciona Isabel, "aquí todo es manual, todo esto no está mecanizado. Nada más se pueden mecanizar las viñas que están en espaldera".
La recolección es intensa; se estima que cada persona puede recoger alrededor de 400 kilos de uvas en un día. "Empezamos a trabajar a las cinco de la mañana, totalmente de noche con focos y frontales que nos ponemos para ver bien, y esas horas son las más frescas del día", añade.
Una vez llenas las cajas, las uvas son cargadas en un tractor que las transporta directamente a la bodega. Allí, el proceso continúa con el prensado: "Se mete aquí directamente la uva, en la prensa, que es neumática y por presión va saliendo el zumo, el mosto", explica Isabel, anticipando el siguiente paso en la elaboración del vino.
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El mosto es colocado en depósitos donde inicia su fermentación. "Metemos frío para controlar todos los aromas y aquí diariamente vamos viendo la densidad porque el azúcar que tiene el mosto es más denso y, según va fermentando, iría bajando porque el alcohol es menos denso. Pasaríamos a crear en barrica donde se acabaría de limpiar y de pulir bien el vino", detalla.
Esta meticulosa cosecha suele tardar aproximadamente ocho meses para que, finalmente, el paladar de los amantes del vino pueda disfrutar de su exquisito resultado.
