Testigo de excepción de los momentos clave de la democracia española, Ana Rivero, la taquígrafa más veterana del Congreso de los Diputados, ha presentado este miércoles su libro 'Luz y Taquígrafos' en el Espacio Dykinson de Chamberí, un año después de su jubilación.
La obra recoge las vivencias de una carrera profesional que abarca cinco décadas y que la situó como testigo directo de hitos históricos como las proclamaciones de los reyes Juan Carlos I y Felipe VI, el 23-F o la dimisión de Adolfo Suárez.
Con solo 21 años, Rivero inició una trayectoria que la llevó a convertirse en la taquígrafa más rápida del país. Sin embargo, pronto sintió la necesidad de comprender mejor la complejidad de los discursos que transcribía, lo que la impulsó a estudiar la carrera de Derecho para poder realizar su trabajo con rigor.
Tantos momentos vividos que, si tuviera que quedarse con uno destacado de su larga trayectoria, ¿cuál sería?: "He calculado y digo, 17.500 diputados he cogido" revela Rivero. Sin embargo, entre tantos nombres y voces, prefiere quedarse con un gesto de sus últimos años en la Cámara: "Mi compañera Gloria Canencia, la Jefa de Departamento, me dejó que yo presidiera la mesa. Presidir la mesa es una cosa maravillosa, es algo muy bonito".
La taquígrafa también reflexiona sobre la evolución que ha vivido el propio Congreso. "Cuando yo entré éramos muy pocas mujeres. Al primer pleno, había yo diría seis o siete mujeres", recuerda. "Era todo un hemiciclo en blanco y negro, señores serios, con sus trajes de chaqueta, y las pocas mujeres que había iban vestidas muy discretas".
Rivero recuerda que solo destacaban dos figuras femeninas: "La estatua de la Reina Isabel la Católica, que preside, que la pobre siempre está de blanco, no cambia, y yo, que tampoco me atrevía nunca a llevar colores". Y añade con satisfacción: "Ahora es todo lo contrario".
Entre las anécdotas que pueblan sus memorias, Rivero desvela una entrañable confidencia sobre el actual monarca: llegó a decir al Rey Felipe VI que era un poquito cotilla. "Un poquito no, mucho, es que era muy cotilla porque el pobrecito tenía 7 años, el cuello de la camisa le molestaba muchísimo, estaba en un entorno muy serio y para él, que no entendía nada, no hacía nada más que mirarnos, se asomaba y mirarnos, como diciendo, y estos señores qué hacen".
El libro 'Luz y Taquígrafos' se presenta así no solo como el testimonio profesional de quien capturó para la historia la palabra de los políticos españoles, sino como un relato humano y lleno de matices de la vida dentro de la Cámara Baja.