Felipe II quería unir Madrid con el océano Atlántico para que todas las riquezas, que venían desde las Indias, pudieran atracar en la capital.
Desde Sevilla la ruta era larga y estaba llena de ladrones, por eso uno de sus ingenieros ideó una ruta desde la desembocadura del Tajo, en Lisboa, hasta el río Manzanares.
Sorprendentemente, se consiguió. Alrededor de siete barcazas llegaron con éxito entre Toledo y Lisboa, en un viaje de unos quince días.