Las rosquillas de San Isidro, una receta sencilla y cargada de historia
Sus orígenes apuntan al mito de ‘la tía Javiera’
Francesas, listas o tontas, nadie se va de la pradera sin probarlas
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid
Redacción
Chulapas, chulapos, chotis y, por supuesto, rosquillas. El día de San Isidro es una de las festividades más esperadas por los madrileños para ir a disfrutar de un día en la pradera.
Además de trajes y bailes regionales la gastronomía no puede faltar con gallinejas, entresijos, mollejas y, para los más golosos, las tradicionales rosquillas del santo.
Para prepararlas necesitamos dos tipos de harinas, para que cojan volumen, huevos y azúcar, una receta sencilla pero cargada de historia.
En origen estas eran fritas, aunque ahora se realizan al horno. Sabemos que estas están ‘en su punto’ al abrirlas.
Rosquillas de San Isidro |Redacción
Las rosquillas del santo pueden tener merengue u otros recubrimientos dando lugar a las francesas, las tontas o las listas.
El mito de la tía Javiera
El origen de las rosquillas se atribuye a la denominada ‘la tía Javiera’ en el siglo XIX. Esta mujer comenzó a venderlas en las fiestas patronales de San Isidro.
Famosa por sus rosquillas, endulzar este día con anís y aguardiente, su receta de este dulce no es la que conocemos ahora, estas no solo eran fritas sino que además se dejaban secar colgadas de un cordel.