¿Por qué el Rastro se llama el Rastro?

  • Un recorrido por la historia y los orígenes del popular mercadillo madrileño
Foto: Redacción |Vídeo: Telemadrid

El Rastro de Madrid es, sin lugar a dudas, uno de los mercados más populares de toda la capital. Un mercado con una curiosa historia que se remonta varios siglos atrás y que nos descubre Manu García del Moral, autor de Secretos de Madrid.

“El concepto de ‘rastro’ como lo conocemos a día de hoy está documentado por escrito desde el año 1740, pero el origen nos traslada aún más en el tiempo”, explica Manu. “En 1497 se instaló en la zona el primer matadero municipal de Madrid. Eso hace que, en torno al matadero comience a desarrollarse una floreciente industria”.

De esta manera, empezaron a llegar los curtidores y a instalar sus talleres los zapateros, dando lugar a una incipiente actividad comercial.

Primer matadero municipal de Madrid / Redacción
Primer matadero municipal de Madrid |Redacción

Más tarde, ya en el siglo XVI, aparecen en Madrid los ropavejeros o traperos, personas que compraban y vendían ropa, baratijas y otros útiles ya usados. Vendían sus productos en lugares como la Puerta del Sol o la Plaza Mayor, hasta que una ordenanza municipal lo echó del centro de la ciudad.

Los ropavejeros “se dan cuenta que aquí (en el Rastro) empieza a haber esa actividad comercial provocaba por ese matadero y los talleres, por lo que vienen”, cuenta Manu. “Y ya a partir del siglo XVIII es cuando se empieza a desarrollar el Rastro como lo conocemos a día de hoy, con sus puestos de venta de segunda mano”.

¿Y en qué momento se le empieza a llamar el Rastro?

El nombre de este popular mercadillo de Madrid, el Rastro, está estrechamente relacionado con el matadero que había por aquel entonces en la zona.

El rastro de la sangre de los animales que transportaban del matadero a los talleres

“Aquí estaban las curtidurías, las tenerías, que era los talleres donde se trabajaban las pieles de los animales. Por tema de logística, estos gremios se instalan cerca del matadero y, según cuentan, cuando trasladaban a los animales degollados del matadero a estos talleres, iban dejando un reguero de sangre por la calle, un rastro que es el que bautiza a toda esta zona”.

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