Patones de arriba: el reino escondido que nunca fue conquistado

  • Entre leyenda y realidad, este pequeño enclave serrano mantuvo durante siglos su propia monarquía
Foto: TELEMADRID |Vídeo: Telemadrid

En el corazón de la península Ibérica, a caballo entre Madrid y Castilla-La Mancha, existió un “reino” tan peculiar como desconocido: el Reino de Patones. Y sí, tuvo reyes. No en el sentido clásico de monarcas con corona y corte, sino más bien como líderes comunitarios, patriarcas, jueces, alcaldes, que se autodenominaron reyes y cuya figura llegó a coexistir con las poderosas dinastías de los Austrias y los Borbones.

Un monarca en miniatura

Los reyes de Patones ejercían funciones de arbitraje, organizaban la vida del pueblo y defendían sus intereses. La tradición era hereditaria y regida por la ley sálica: el título pasaba al primogénito varón. De ellos, conocemos por documentos históricos los nombres de al menos cuatro monarcas. Entre los más recordados, Pedro González y Juan Prieto, este último el último rey documentado a finales del siglo XVIII.

"Yo soy el Rey de los Patones". Patones de Arriba, un pueblo con rey propio
"Yo soy el Rey de los Patones". Patones de Arriba, un pueblo con rey propio
"Yo soy el Rey de los Patones". Patones de Arriba, un pueblo con rey propio

"Yo soy el Rey de los Patones". Patones de Arriba, un pueblo con rey propio

El origen del nombre se remonta a tres hermanos: Asenjo, Pero y Juan Patón que, procedentes de Uceda, fundaron el núcleo original en el siglo XVI. Así nació Patones, hoy dividido en Patones de Arriba (el núcleo histórico) y Patones de Abajo (fundado en el siglo XX por comodidad geográfica).

La negociación con Carlos III

Décadas más tarde, durante el reinado de Carlos III, los patoneros pidieron al monarca menos impuestos y ayuda para construir la iglesia de San José. El rey ilustrado aceptó, pero puso una condición: que el rey de Patones renunciara a su título, dejando claro que solo podía haber un soberano en España. Este gesto marcó el final de la monarquía patonera y el inicio de una integración administrativa más estrecha con la vecina Uceda.

Un enclave que pasó desapercibido para invasores

Ubicado en una zona montañosa y de difícil acceso, Patones de Arriba nunca fue conquistado. No por su poder militar, sino porque las tropas ,incluidas las napoleónicas, apenas reparaban en su existencia. Su emplazamiento lo convertía en un punto oculto a simple vista, lo que contribuyó a preservar su peculiar historia.

Hoy, Patones es un destino turístico con un encanto especial: calles empedradas, arquitectura negra y una leyenda que mezcla historia y mito. Un lugar donde todavía resuena la memoria de aquel “reino” que, por un instante, se atrevió a tratar de igual a igual a los grandes monarcas de España.

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