El drama invisible en Barajas: la historia de Salva, más de dos años viviendo en el aeropuerto
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REDACCION
El aeropuerto de Adolfo Suárez Madrid-Barajas ya no esconde una realidad cada vez más visible y preocupante: la de cientos de personas sin hogar que han convertido este espacio en su hogar. Uno de ellos es Salva, madrileño de Carabanchel, que lleva desde diciembre de 2022 sobreviviendo entre vuelos, controles de seguridad y bancos metálicos.
Salva es amable, educado, y una muestra clara de cómo una cadena de infortunios puede arrastrar a alguien a la calle. “Me quedé sin trabajo por el COVID. Se rompió mi relación, me mudé a Murcia, después a Madrid... y mi familia me dio la espalda. Terminé aquí, en el suelo del aeropuerto”, cuenta con serenidad, pero sin resignación.
No es un caso aislado. Se estima que unas 500 personas viven actualmente en Barajas y él advierte que “esto va a pasar más y más a menudo y en todas las comunidades" ". Incluso, dice que ya hay trabajadores de Barajas que comparten su misma realidad, durmiendo en el suelo por no poder costear una vivienda digna.
Un albergue a la vista de todos
Aunque Aena ha reforzado los controles, especialmente en los accesos por Metro y Renfe, la realidad es que el aeropuerto no puede cerrarse a quienes no tienen a dónde ir. “Hay mil maneras de entrar. Puedes llegar caminando por la carretera”, dice Salva.
Y dice que las medidas implementadas, como la retirada de bancos y el cegado de enchufes para impedir recargar los móviles, no solucionan los problemas y afectan también a los pasajeros.
La convivencia, sin embargo, no es fácil y aunque reconoce que existe un porcentaje de personas sin hogar conflictivas, enfatiza que no se puede generalizar. “Un 30 o 40% de los que duermen aquí son conflictivos" pero "aquí puede robar cualquiera, sea o no sin techo", afirma, haciendo referencia también a los robos cometidos por carteristas.
A su juicio, la solución pasa por una intervención coordinada entre administraciones y entidades sociales. “Hasta que no se reúnan y establezcan criterios mínimos, esto no va a cambiar. Juegan con vidas humanas”, denuncia.
Salva no ha perdido del todo la esperanza. Con estudios de grado medio y superior en producción musical, sueña con retomar su carrera como DJ. “Si se hacen las cosas bien, claro que se puede salir. Pero si no... esto seguirá siendo un problema crónico”, afirma.
Mientras tanto, sigue durmiendo en el suelo del aeropuerto, donde cada noche se mezcla la resignación con la resistencia.