Los supermercados y tiendas de alimentación de nuestro país tiran a la basura 1.000 toneladas de alimentos. Parte de esa mercancía aún no está caducada cuando se desecha o simplemente forma parte de un lote con algún defecto de empaquetado.
Los consumidores también contribuimos al despilfarro alimenticio rechazando productos en buen estado y de buena calidad por cuestiones estéticas.
Países como Francia ya han empezado a tomar medidas contra ese despilfarro de comida que, muchas veces, no son aptos para la venta pero sí para su consumo. Algunos establecimientos donan productos que se pueden aprovechar a organizaciones sociales que los reparten a personas necesitadas.