El presunto asesino de Ana Niculai, Alejandro de Abarca, ha reconocido haber acabado con la vida de la mujer rumana de 25 años hallada calcinada en un vehículo el pasado 19 de julio, y ha confesado que la mató con una inyección de heroína, y que posteriormente quemó el coche para borrar huellas.
Así lo puso de manifiesto en la segunda declaración que efectuó ayer en la Guardia Civil, tras ser detenido el pasado lunes, y después de que en una primera comparecencia en dependencias del Instituto Armado negara tener vinculación con los hechos.
Según ha señalado el abogado de la familia de Niculai, Antonio Monserrat, que ejerce la acusación particular, el imputado afirmó que su única intención era robar el coche, ya que no quería matarla, tal y como ha explicado este miércoles en medio de una gran expectación mediática ante los juzgados de Inca, donde el presunto asesino se encuentra a la espera de prestar declaración.