Desde la construcción de la Torre de Babel, con la que según el Génesis los hombres pretendían alcanzar el cielo, este deseo ha perdurado a lo largo de la historia a través de los rascacielos, a los que está dedicada la exposición organizada por CaixaForum Madrid.
Alrededor de 200 piezas, algunas de ellas muy especiales como la maqueta del Empire State procedente del Museo de la Ciudad de Nueva York, ilustran la antigua aspiración de la humanidad de conquistar el cielo en "Torres y rascacielos. De Babel a Dubái".
Maquetas, fotografías, grabados, pinturas dibujos, proyecciones y vídeos explicativos forman el recorrido diseñado por los comisarios franceses Robert Dulau, conservador jefe de Patrimonio en Francia, y Pascal Mory, arquitecto y profesor, que han querido evocar la fascinación natural que inspiran los edificios de gran altura.
"Su fuerza de atracción se remonta a tantos siglos que constituye, más allá de una manifestación de la voluntad de poder, una insaciable búsqueda de creatividad y una fuente transcendental de contemplación y de seducción", en opinión de los comisarios que han dividido la exposición en varias secciones cronológicas en las que se va avanzando en la experimentación y la innovación.
La primera maqueta de la Torre de Babel a partir del cuadro de Pieter Brueghel, construida para esta exposición, centra el espacio dedicado al edificio "extraordinario e imposible, ejemplo de que el hombre jamás ha dejado de superarse para intentar alcanzar lo inalcanzable", según Dulau.
Fuente de inspiración de artistas, se exhiben las pinturas de Frans Francken II y la de un anónimo francés de finales del S.XVII, así como un manuscrito iluminado atribuido a Jean Colombe de 1480.
El deseo de ascender hacia el cielo ha tenido, en las diferentes culturas, un carácter religioso que se hace patente a través de las catedrales, en la Edad Media; las torres, expresión del poder laico en el norte de Europa a finales del medievo y en el Renacimiento; y los minaretes, que se alzan en las mezquitas de Oriente hacia lo divino.
Un dibujo del faro de Alejandría, la impresionante maqueta de madera de la Catedral de Reims, las de la Sagrada Familia de Gaudí o la de la pagoda de Nankín ilustran un espacio en el que destaca la pintura "La procesión de las dos patronas. Catedral de Sevilla" (1843) de Francois-Antonine Bossuet, procedente del Museo de Bellas Artes de Bélgica.
Uno de los "momentos importantes de la historia" y "una demostración del saber hacer y la técnica" es según Dulau la construcción de la Torre Eiffel "edificio simbólico que sigue siendo muy importante".
Dibujos, fotografías, maquetas y recreaciones ofrecen una detallada información sobre esta torre de 300 metros que, tras la Exposición Universal de París, iba a ser destruida.
Mientras que Europa cuenta con esta torre, "en Estados Unidos van surgiendo los rascacielos" recordó Pascal Mory, para quien la electricidad y el ascensor cambiaron la historia de la construcción del mundo.
"La primavera de los rascacielos, 1885-1919" relata cómo el gran incendio de Chicago, en 1871, favoreció la creación de rascacielos, como el Home Insurance Building, construido por William Le Baron Jenney. Hasta la crisis de los años 30, Chicago y Nueva York rivalizaron en su construcción, aunque es esta última ciudad la que ocupó la escena arquitectónica.
Otro de los espacios muestra el triunfo de la escena norteamericana y los intercambios con Europa en 1919-1939. Aquí, el mensaje de los comisarios se refiere a los grandes rascacielos que se construyen en Estados Unidos "pero con el pensamiento que viene de Europa". El Empire State, edificio sublime construido en 420 días, es protagonistas de este espacio.
"La proyección del modelo norteamericano" refleja cómo, después de la Segunda Guerra Mundial, surgieron gran abundancia de formas. La escena norteamericana muestra una avalancha de ideas, pero los arquitectos que realizaron los edificios más emblemáticos procedían de Europa, como Mies van der Rohe.
Ejemplo del momento son las Torres Gemelas o la Sears Tower que se muestran frente a una maqueta de la Universidad de Moscú (1947-1953) dando evidencia "de anacronismo y desfase ya que se trata de un estilo muy cercano a los rascacielos americanos de los años treinta".
Para finalizar, la exposición refleja cómo en los últimos años los rascacielos más altos se han construido en Oriente y en los países árabes. "De nuevo se muestra la universalidad del rascacielos, símbolo planetario", afirmó Dulau.