Raphael vuelve a casa por Navidad en el cierre de su última gira

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A las puertas de Nochebuena, Raphael ha vuelto esta noche a "casa" en sentido físico y metafórico, pues ha cerrado en Madrid la gira que certifica su reencuentro con el "sastre" de sus temas más antológicos, Manuel Alejandro, repasando además 50 años de carrera que lo han convertido en icono pop.

Llegado del mismísimo Palacio del Kremlin de Moscú, el de Linares (Jaén) ha querido clausurar aquí un tour que comenzó meses atrás también en la capital, en concreto en su escenario fetiche, el del Teatro de la Zarzuela.

"Les quiero decir que después de tantos meses de gira y tantos conciertos, es un placer terminar aquí, en mi casa", ha dicho para regocijo de los más de 6.000 asistentes congregados hoy en el Palacio de los Deportes.

"Puede ser mi gran noche", cantaba en el primero de los temas, como si no hubiese vivido ya suficientes veladas triunfales y no supiese, al entrar con paso decidido al escenario y con el público en pie, que esa partida estaba ganada de antemano, sobre todo tras la segunda parte de las casi tres horas de concierto ofrecidas sin apenas respiro.

A sus 69 años mantiene el tipo y suficiente poderío vocal, pero Raphael se ha convertido en un símbolo por encima de valoraciones a la excelencia vocal.

Su gente va a verle por lo que representa, por su oficio, por lo que canta, por la energía, por disfrutar de su conocido bagaje de histriónicos "tics", por su meneo de caderas y esos requiebros engolados en la voz, con esa forma de apretar y alargar las vocales finales, dándoles aire cuando parecen a punto de extinguirse.

Su último show se ha articulado en bloques bien diferenciados, con una primera parte en la que, después de acometer "Cantares", ha querido recordar la razón de esta última gira con uno de los temas que le compusiera Manuel Alejandro, "Yo soy aquel".

"Yo sigo siendo aquel. ¿No lo ven? El Raphael de siempre", remarcaba al final de su interpretación el artista, que ha tratado de subrayar esa misma impresión en los minutos previos al concierto con unas icónicas imágenes suyas sacadas del baúl de los recuerdos.

El siguiente bloque ha sido el de sus orígenes, el de los ritmos guatequeros con los que comenzó en 1960, cuando había que evadir la censura a base de "canciones blancas" como "Mi cupido", "Casi casi", "Todas las chicas me gustan", el twist de "A pesar de todo" y, finalmente, "Poco a poco".

Raphael maduró y, diez años después, el protagonista del film "Sin un adiós" quiso darle una vuelta a sus temas para hablar "de amores, desamores y desencuentros" con temas como el que daba título a esa película de 1970, uno de sus favoritos, ha reconocido.

"Preferí la gloria a una vida sin sentido, aunque no es de rosas el camino hasta llegar", ha cantado en "Cuatro estrellas", uno de los nuevos temas extraídos de "El reencuentro", su último disco, que ha protagonizado el siguiente bloque con piezas como el single "Eso que llaman amor" o "Sexo sentido".

A partir de entonces ha comenzado a agitarse realmente el público, al llegar a lo que él llama "las joyas de la corona", véase "Hablemos del amor", "Desde aquel día", la cáustica "Naturaleza muerta" o "Maravilloso corazón".

En el episodio de las versiones ha incluido temas recientes como "La fuerza del corazón" de Alejandro Sanz, con otros clásicos que incluyó en su anterior producción, dedicada al tango, el bolero y la ranchera, como "Adoro" de Armando Manzanero, "Volver", intercalando su voz con la grabación de su intérprete original, Carlos Gardel, y "Gracias a la vida", título que -según ha dicho- se ha convertido en el "leit-motiv" de su vida.

Raphael ha querido tener un detalle con el público, que pedía insistentemente "El tamborilero", y así ha ofrecido también un pequeño aparte con temas navideños sin olvidar ese mítico villancico, cantado a capella.

Después ha llegado el apogeo del espectáculo, ya en el tramo final, poniendo en pie a la gente con su faceta más teatral, grandilocuente y desencadenada gracias a "En carne viva", "Escándalo", "Ámame", "Qué sabe nadie", "Balada triste de trompeta", "Como yo te amo" y el colosal remate de "Yo soy aquel", claro envite de esta leyenda al paso del tiempo.