La desaceleración económica, la inmigración y el discurso internacional de España han centrado el último bloque del debate electoral del 4-N, quizá el más descafeinado de todos pero que, una vez más, ha vuelto a reflejar las divisiones existentes entre los candidatos que esperan el voto el próximo 10 de noviembre.
Santiago Abascal afirma que Vox defiende la identidad y la soberanía de las naciones, mientras que en el resto de partidos se defiende el "globalismo". "Nosotros defendemos nuestros productos y a nuestros trabajadores", señaló. Además, entiende que la inmigración debe ser "legal y segura", además de "asimilable", refiriéndose a culturas que son menos compatibles con la cultura española.
"España debe jugar un papel mucho más importante y jugar la Champions y defender nuestra Europa unida", destacaba Albert Rivera, quien defiende el "libre comercio" frente a las medidas proteccionistas que, entienden, promulgan Vox y Unidas Podemos.
Pedro Sánchez ha defendido la política internacional que ha llevado en su gobierno y su "política migratoria ordenada". Dice, en ese sentido, que el gran objetivo es organizar la inmigración a nivel europeo.
Pablo Casado y Rivera han criticado la política de Sánchez en Latinoamérica, mencionando su pasotismo a la hora de pronunciarse sobre países como Venezuela, Cuba o Nicaragua. Casado se ha referido también a la lucha contra el terrorismo y ha pedido más unión en Europa.
Pablo Iglesias entiende que contra la desaceleracion económica y la guerra comercial debe haber medidas que protejan a los ciudadanos. "La soberanía no se defiende con banderas, sino con medidas de gobierno", sentenció.