Han pasado tres años de las sonrisas que suscribían un acuerdo de investidura. Ciudadanos daba el 'si' al PSOE andaluz. Los testigos firmaban el acuerdo de investidura y Susana Díaz daba continuidad a 36 años de gobierno ininterrumpido de los socialistas.
En política tres años son un mundo. Y en ese mundo, las elecciones son una prueba de lealtad mutua que pocos gobiernos resisten.
Demasiado trabajo para garantizar un matrimonio de conveniencia. Lo sabe bien el PSOE andaluz. Arrastra tres divorcios: primero con el Partido Andalucista, luego con Izquierda Unida y ahora con Ciudadanos.
EL PSOE contempla esta ruptura anunciada con la relativa tranquilidad de una luna de miel: las encuestas les respaldan, el PP está en horas bajas y el efecto Sánchez les beneficia. Ciudadanos acusa otro efecto: el de medirse con el PP en Andalucía y desbancarles como principal partido de la oposición. La razón oficial es otra: incumplimiento del acuerdo de investidura.El horizonte electoral es un altavoz que amplifica el discurso propio. Nadie quiere que se le confunda con el adversario. Es tiempo de marcar distancias, de exhibir músculo, de llegar en plena forma a esa cita a ciegas pendiente en el calendario.