Con el primer día sin colegios, llega el tiempo de conciliar la vida laboral y familiar. Una misión casi imposible sin la ayuda de los abuelos, que se han convertido en una pieza fundamental en esta tarea.
Sin embargo, no todos pueden contar con ellos, por lo que los campamentos urbanos, las actividades en centros culturales o los colegios abiertos por los ayuntamientos se convierten en alternativas fundamentales.
En el distrito madrileño de Moratalaz, por ejemplo, el centro Martínez Montañés acoge a 80 niños de entre 3 y 12 años en un campamento urbano que funciona de lunes a viernes, desde las 8:30 de la mañana hasta las 3:30 de la tarde.
Durante estas jornadas, los menores participan en actividades variadas como juegos, gincanas, cantajuegos o adivinanzas.
Los padres valoran positivamente estos recursos, que les permiten seguir trabajando mientras sus hijos se divierten, aprenden y socializan.
“Le traigo sobre las ocho y le recojo antes de las cinco. Aquí juegan, aprenden y se lo pasan bien”, comenta una madre.