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En verano muchos de los pueblos de la Sierra Norte duplican su población por la visita de miles de turistas, sobre todo de madrileños que disfrutan de su segunda residencia. Es una conexión con las raíces que en ocasiones multiplica la población de los pueblos serranos.

Hay lugares donde el tiempo se detiene... hasta que vuelve cada verano. Son pueblos que, aunque pequeños, guardan historias grandes. Como La Acebeda, el pueblo más pequeño de la Sierra Norte, donde el molino ya no gira, pero los recuerdos siguen en marcha.

"Mi familia era de aquí, he vivido mi infancia con estos recuerdos"

"Subo en verano porque mi familia era de aquí. He vivido mi infancia con estos recuerdos. Mi abuelo llevaba el molino", cuenta uno de estos turistas rurales.

"Vuelvo en verano porque disfruto. Se está muy bien y aquí esperamos a todos", añade otra.

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En La Acebeda viven 67 personas censadas, pero esa cifra se duplica en los meses de verano.

"Somos un pueblo con vida. Esperamos a todos. Tenemos muchas actividades y esperamos salir de la lista de los seis pueblos mas deshabitados de la Sierra", expresa el alcalde de la localidad.

En estos rincones de la sierra el verano se entiende de otro modo. Solo hay que ver a los niños: la ciudad parece un mundo lejano para ellos. "No echo de menos Madrid porque aquí juego, me divierto", cuenta entre risas una niña que juega en el río. "Me gusta este pueblo porque está fresquito".

"Me gusta este pueblo porque está fresquito"

La vuelta a casa en verano se siente en toda la sierra madrileña. En Buitrago de Lozoya, por ejemplo, uno de los pueblos mas grandes de la zona, vibra con el verano: "Vivimos de esto, de que vengan. Y se agradece", reconoce el dueño de un camping.

Porque cada año, el verano confirma que estos pueblos no están olvidados: solo esperan ser vividos.