Hoy en día hay que ser un verdadero superviviente para luchar contra viento y marea, y a pesar de la falta de servicios o el aislamiento, aguantar en el pueblo. De hecho, el problema de la despoblación afecta ya al 53% del territorio nacional. Esta semana nuestro reportero Luis Vegas ha cogido su cámara para mostrarles cómo resisten y, sobre todo, cómo agudizan el ingenio, algunos vecinos de localidades cercanas a Madrid con menos de 100 habitantes. Son “Los últimos supervivientes”.
A apenas una hora de la capital podemos disfrutar de un paisaje de ensueño, y sin duda, de un buen ejemplo de repoblación. Les hablamos de los pueblos de la Arquitectura Negra de Guadalajara, para los que su anterior alcalde estableció en 1991 unas estrictas normas arquitectónicas que hoy son su mayor reclamo. Sus casas, recubiertas de pizarra y de altura limitada, les proporcionan no sólo un buen número de visitantes, sino también optar a ser Patrimonio de la Humanidad. Tal es su fama, que incluso ha traspasado fronteras… en uno de estos pueblecitos vive Richard, un americano nacido en Chicago que se enamoró de sus gentes.
En Olmeda de la Cuesta, a 150 km de Madrid, y con tan sólo 8 habitantes, la estrategia para repoblar pasa también por la vivienda pero con la diferencia de que aquí la gente se quede a vivir para siempre. Y para conseguirlo ofrecen terrenos en subasta pública a precios muy bajos. Tanto que por una cuarta parte de lo que costaría en la ciudad, se puede tener una casa con todo lujo de detalles rodeada, eso sí, de mucha paz.
La lucha contra la despoblación agudiza el ingenio y la creatividad… En Salamanca, los vecinos de Morille han cedido algunos de sus terrenos para la construcción de un cementerio único en el mundo con el que esperan poder recuperar la vida en sus calles ¿Se imaginan de qué se trata?
Para terminar, visitamos Madarcos, uno de los pueblos con menos habitantes de nuestra región. Aquí no encontramos ni bar, ni tienda, ni colegio, ni transporte público. Lo que para muchos supone una gran desventaja, para otros es un atractivo lleno de posibilidades. Es el caso de Jaime y Mar, una pareja de Hortaleza, él, filólogo y ella, médico, ahora reconvertida en pastor de ovejas y médica rural. Muchos años después de tomar la decisión de dejar la ciudad para irse a vivir al campo, lejos de arrepentirse siguen pensando lo afortunados que son.