Cronificación, bajas laborales, síndromes post-covid como el miedo a contagiarse, sentirse más vulnerable que nunca, ver más muertes que nunca, estrés prolongado en el tiempo y una cuestión emocional que relatan una buena parte de nuestros sanitarios tras tres años de pandemia; 2020 comenzó con una sociedad aplaudiendo a sus médicos y, a día de hoy, hemos pasado a un aumento de las agresiones a sanitarios. No es extraño que, en este caldo de cultivo, hayan aumentado extraordinariamente las ideas suicidas entre nuestros profesionales de la salud. El suicidio es multicausal –afirma Fernando Miralles, profesor de psicología en la facultad de Medicina de la universidad CEU San Pablo- y, cuando llegas a la ideación, es muy difícil pedir ayuda porque se tiende a asociar a la personalidad de esa persona, a su debilidad o fortaleza, como si quien quiere suicidarse fuera un cobarde”. Llegados a este punto no deja de ser curioso que quienes más solicitan ayuda psicológica sean las enfermeras mientras que los médicos se resisten a hacerlo. “Lo más habitual es que sea la pareja del médico quien le “obligue” a acudir al psicólogo”.