Cristiano Ronaldo se reencontró con la alegría en la Liga de Campeones, donde el Real Madrid, a base de corazón y ayudado por los errores del Manchester City, que tuvo el partido en su mano, logró su primera victoria en la competición continental. El Santiago Bernabeu encontró la magia. Todo le salió bien al luso, que anotó el gol del triunfo, el que oscureció las carencias del equipo, desveladas por un adversario al que su racanería le dejó de vacío. El choque osciló de un lado a otro al final. Lo tuvo perdido el Madrid, que a cuatro minutos del final entró en crisis. Y lo redimió en tres minutos mágicos. En los que dio la vuelta a la situación.
Las primeras consecuencias de la situación blanca quedaron patentes en el once inicial determinado por Jose Mourinho. La derrota en Sevilla tuvo damnificados. Sergio Ramos y el alemán Mesut Ozil quedaron señalados. Comenzaron en el banquillo. Arrimados a la grada, inicialmente condescendiente con el equipo, al que pasaron por alto sus recientes tropiezos, y particularmente con Cristiano Ronaldo, del que esperaron una respuesta sobre el campo antes de actuar. Tiró de cautela el luso. Desempolvó el trivote. Mantuvo a Xabi Alonso y al germano Sami Khedira. Pero incluyó también al ghanés Michael Essien, que se estrenó como madridista. Músculo ante una eventual pelea en el centro del campo frente a hombres como Javi García, el marfileño Yayá Toure o Gareth Barry. El técnico italiano del City, Roberto Mancini, que dejó entre los reservas al argentino Sergio Agüero y a su compatriota Mario Balotelli al margen de la citación, nunca se caracterizó por su osadía como estratega.
Ozil, Modric e, incluso, el brasileño Kaká, quedaron en el banco para mejor ocasión. Y el equipo lo notó. Mantuvo el dominio al principio. Pero la circulación del balón fue siempre lenta y las acciones previsibles. Es más. El Madrid estuvo más a gusto sin la pelota. A la espera de un error rival para poner ritmo al juego. Ordenado en la presión, fue ahí cuando tuvo las opciones. Dos de Cristiano Ronaldo, similares, con disparos neutralizados por el meta Joe Hart, el mejor en la primera parte. Y sobre todo una de Gonzalo Higuaín, a los veinte minutos, un mano a mano que no supo resolver.
No está fino el argentino, aferrado a la titularidad en detrimento de Karim Benzemá. A pesar de ser el máximo anotador del equipo en lo que va de curso, necesita demasiadas opciones para ver puerta. Tuvo otra más antes del descanso. Igual que Ángel Di María, el único que dio velocidad a las acciones sin regatear esfuerzos. Del Manchester City apenas hubo noticias excepto cuando Yaya Toure o David Silva, que fue cambiado a la hora de partido, alcanzaban el balón. Fueron pocas las veces antes del descanso. Poco bagaje para un conjunto que presume de una trayectoria con once victorias y dos empates. Que no pierde desde el 8 de abril pasado: 163 días.
El Real Madrid acentuó la presión después del intermedio. Vivió un cuarto de hora en el campo del City. El público ya estaba entregado. Lo hizo tras dos vistosas carreras de Di María y dos lanzamientos lejanos de Marcelo, fuera por poco. Aún así, era incapaz el equipo blanco de generar jugadas claras. De superar la maraña defensiva de Mancini. El giro llegó a falta de veinte minutos con el gol del City. Una pérdida de balón de Pepe generó el contraataque visitante. El primero en el partido. Yayá Toure superó todo lo que le salió al paso, vio Edin Dzeko, que acababa de salir por Silva, a su lado y el bosnio no falló ante Casillas. La reacción de Mourinho fue al uso. De pronto, Luka Modric y Karim Benzema al campo.
Pero fue Marcelo el que apagó el incendio, que pudo ser mayor si Dzeko y Touré hubieran aprovechado la angustia blanca. Pero el brasileño, sin otra opción, sacó un derechazo desde fuera del área y estableció el empate. El partido se volvió loco en el tramo final. El City, que vio el cielo abierto por las dudas del rival, se volvió a adelantar con una acción a balón parado. Una falta lejana lanzada por Aleksandar Kolarov que dejó en evidencia a Iker. El Madrid ya estaba aferrado a la furia. El cuadro inglés fue incapaz de amarrar el partido y el equipo de Mourinho no perdonó. En dos minutos dio la vuelta a la situación. Primero con un gol de Benzema y acto seguido con el de Ronaldo, el que le sacó de la tristeza y al Madrid del diván.