¿Por qué arde España? Las causas del coctel explosivo: Abandono rural, falta de prevención, cambio climático
- Los expertos apuntan a la burocracia como obstáculo, el abandono del campo, la falta de inversión y gestión de los montes o el cambio climático entre las causas
Cada verano, los incendios forestales vuelven a asolar España. Entre 2010 y 2020 se quemaron más de 1,5 millones de hectáreas de superficie forestal, según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Solo en 2022, uno de los peores años recientes, las llamas arrasaron cerca de 310.000 hectáreas, la mayor cifra en dos décadas. ¿Qué está fallando? Los expertos apuntan a la burocracia como obstáculo, el abandono del campo, la falta de inversión y gestión de los montes o el cambio climático entre las causa.
Una de las creencias más extendidas es que la causa principal de los incendios forestales en España se debe la falta de limpieza del monte. Incluso se apunta a que que la legislación española impide limpiar los bosques. Una aseveración que en realidad no es cierta.
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La Ley de Montes 43/2003 y las diferentes normativas autonómicas no prohíben en sí su limpieza, pero si la llenan de burocracia. La legislación obliga a mantener los terrenos forestales en condiciones seguras, con regulaciones que controlan el cómo y cuándo, bajo la premisa de evitar que las tareas de prevención acaben siendo origen de incendios.
Pero claro, en España, la mayoría de la superficie forestal (alrededor del 70%) es de propiedad privada, con con decenas de miles de pequeños propietarios, muchos de los cuales ni siquiera conocen la existencia de sus terrenos o no tienen interés en gestionarlos o explotarlos. La limpieza de un bosque es una tarea costosa y a muchos propietarios no les compensa afrontarla dada la falta de rentabilidad.
A ello se le une lo obstáculos burocráticos. Para la mayoría de los aprovechamientos comerciales de madera o para proyectos a gran escala, se necesita una autorización expresa, un trámite que a menudo requiere de un proyecto técnico redactado por un ingeniero forestal. Aunque se han introducido mecanismos como la declaración responsable para agilizar la gestión de pequeñas parcelas o el uso doméstico, la complejidad burocrática sigue latente, lo que disuade a muchos pequeños propietarios rurales.
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Abandono del campo y cambio climático
Expertos y asociaciones del sector forestal hablan de que existe además un problema estructural. El abandono del campo y la pérdida de prácticas tradicionales, como la ganadería extensiva y el aprovechamiento de la leña que mantenían los montes limpios de manera natural. El abandono de estas prácticas ha provocado un aumento de la masa forestal y de la acumulación de material combustible que nadie retira.
A ello se une el éxodo rural. El despoblamiento ha dejado grandes extensiones de terreno sin una gestión activa, lo que favorece el crecimiento descontrolado de la vegetación y la acumulación de biomasa, convirtiendo los bosques en autenticas calderas naturales.
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Si le unimos a ello, las olas de calor cada vez más largas, las sequías extremas y vientos intensos, debido al cambio climático, ya tenemos el coctel perfecto que han convertido los fuegos en incendios explosivos y de sexta generación, casi imposible de controlar.
Por todo ello, los ingenieros de montes, a través de sus colegios profesionales y asociaciones como la Asociación de Empresas Forestales (ASEMFO), sostienen que la falta de gestión forestal no es un problema de voluntad, sino de un modelo fallido.
España destina entre el 70% y 80% del presupuesto a la extinción, frente a un 20–30% en prevención, lo contrario de lo que recomiendan organismos internacionales como la FAO o la Comisión Europea
Y apuntan que la solución a los incendios no pasa por una simple "limpieza general", sino por un cambio de modelo que combine la prevención activa con la revitalización del mundo rural. No se trata tan sólo de invertir más en la extinción sino de realizar una gestión forestal sostenible y fomentar la bioeconomía entorno a los bosques. Algo que no está haciendo.
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Denuncian que la gestión de los incendios en España evidencia un claro desequilibrio. El gasto en prevención a nivel estatal oscila entre 115 y 175 millones de euros anuales, cuando los expertos calculan que serían necesarios al menos 1.000 millones para una gestión eficaz. España destina entre el 70% y 80% del presupuesto a la extinción, frente a un 20–30% en prevención, lo contrario de lo que recomiendan organismos internacionales como la FAO o la Comisión Europea.
Así, los ingenieros de montes, critican el el desequilibrio actual en el presupuesto, donde se invierte mucho más en extinción que en prevención. Reclaman un cambio de modelo que destine más fondos a los trabajos forestales que reducen el riesgo de incendios de forma estructural. Un incendio de gran magnitud puede costar cientos de millones de euros en extinción y daños, mucho más de lo que supondría haber invertido en prevención, dicen.
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Por ello, apuntan la necesidad de crear brigadas forestales profesionales y permanentes, que realicen trabajos de gestión durante todo el año, ofreciendo estabilidad laboral y conocimiento especializado.
En definitiva, los incendios forestales no son solo un fenómeno natural: son la consecuencia de un cóctel de abandono rural, gestión insuficiente y efectos del cambio climático. Y tampoco surgen por combustión espontánea, el 95% de los incendios son causados por el ser humano, por negligencia o de forma intencionada, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
