El esperado regreso de Nicolas Sarkozy a la escena política, confirmado a través de las redes sociales, coloca al expresidente en el centro del debate público en Francia, con un proyecto aún por definir y mientras sus detractores le reprochan que intenta escapar de sus problemas judiciales.
A nadie le ha sorprendido que el que fuera jefe del Estado (2007-2012) anunciara su retorno a la arena política, decisión que se había ido filtrando como un goteo a través de sus colaboradores y de la que solo faltaba por conocer la fecha y la forma.
Justo antes de que termine el verano en Francia, como había adelantado el propio Sarkozy, y a través de un mensaje en la red social Facebook, donde cuenta con casi un millón de adeptos, fue el sistema elegido por el político conservador, de 59 años, para volver a situarse en el centro de la actualidad política, que nunca llegó a abandonar realmente.
Sarkozy, con 962.639 menciones "me gusta" fue la segunda cuenta más visitada en Francia en 2013, y supera al actual presidente de Francia, François Hollande (495.867 menciones) y de la líder del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen (459.091 menciones), en una red social que utiliza como "su blog personal", analiza hoy el diario "Le Monde".
"Con tal número de 'fans', los equipos de comunicación de Nicolas Sarkozy disponen de una pegada muy importante", agrega "Le Monde", que también analiza las instrucciones judiciales que afectan al marido de la exmodelo y cantante Carla Bruni, imputado por "corrupción activa" en una de las siete citas judiciales que le afectan.
A Sarkozy también se le investiga por presunta financiación ilegal y falsificación de sus cuentas de campaña, para saber si recibió dinero negro del depuesto dictador libio Muamar el Gadafi o para determinar si cargo al erario público encuestas políticas partidistas.
Nunca un expresidente francés despertó tanto interés entre los jueces instructores y su complicada agenda legal ha sido el primer argumento de sus rivales ideológicos -a la izquierda y a la extrema derecha- para desacreditar la renovada vocación política de Sarkozy, que había asegurado que se retiraría de la escena pública si no lograba ser reelegido para un segundo quinquenio.
Sin embargo, las diferentes encuestas publicadas hoy y realizadas esta semana, ante la expectativa de que Sarkozy anunciara que quiere tomar las riendas de su "familia política", hacen creer que el resurgir del expresidente puede convertirse en una realidad tangible.
Aunque el 55 por ciento de los franceses considera que el regreso de Sarkozy a la política es "malo", según una encuesta publicada por "Le Parisien", el 44% lo estima positivo (el 73% entre los votantes de derecha).
Otro sondeo, difundido por el diario conservador "Le Figaro", arroja que el 43% de sus conciudadanos quieren que se posicione "en la misma línea política", mientras que el 22% le prefiere más a la derecha y el 31% menos.
Un tercer estudio de opinión, que puede leerse hoy en las páginas del diario regional "Sud Ouest", indica que la mayoría de los franceses (52%) creen que Sarkozy tiene "madera" de presidente.
Pero parece ineludible que la primera cita con el poder de Nicolas Sarkozy tendrá lugar el próximo 29 de noviembre en el congreso en el que la UMP designará a su nuevo presidente.
Enfrente tendrá, al menos, a dos candidatos de peso: los exprimeros ministros François Fillon, de 60 años, y Alain Juppé, de 69 años.
A su lado pueden intuirse espadas como la de su amigo y exministro del Interior Brice Hortefeux, el que fuera titular de Industria y actual alcalde de Niza, Christian Estrosi, o la también exministra y expresidenta de la UMP Nadine Morano, siempre fieles al expresidente.
También se reconocen en el entorno de Sarkozy rostros de una generación más joven, de menos de 50 años, como el exministro de Investigación, Laurent Wauquiez, el extitular de Finanzas François Baroin o la exministra de Ecología y Transporte, excandidata a la alcaldía de París y portavoz de la última campaña de Sarkozy, Nathalie Koscioko-Morizet.
Convertirse en el líder de los conservadores, con esas u otras siglas, es el primer paso para que Sarkozy prepare su eventual candidatura al Palacio del Elíseo, ocupado ahora por un Hollande que bate récords de impopularidad y amenazado por una Le Pen cuyo partido fue el más votado de Francia en las elecciones europeas de Francia, una atípica cita con las urnas marcada por la baja participación.