El antisemitismo crece en Polonia alimentado por la crisis de los refugiados que vive Europa y por la actitud de políticos locales y medios de comunicación, mientras aumenta también el número de agresiones con trasfondo xenófobo.
Un estudio presentado esta semana por el Centro de Investigación sobre Prejuicios de la Universidad de Varsovia revelaba que el odio hacia los judíos se ha incrementado en los últimos dos años, especialmente entre la juventud, y alertaba del "alarmante" aumento del discurso antisemita en internet.
Los investigadores vinculan este incremento al escenario de islamofobia y rechazo a la inmigración que vive Polonia desde que se inició la llamada crisis de los refugiados.
"El temor a los musulmanes que surgió entre 2014 y 2016 ha alimentado los sentimientos negativos hacia los judíos entre el conjunto de la población, independientemente de su edad o afiliación política", dice el informe.
Según ese estudio, basado en una muestra de 1.000 adultos y 700 jóvenes, un 56 % admite que no aceptaría a una persona judía en su familia, lo que supone casi un 10 % más que en 2014.
Además, casi un tercio de los encuestados -el 32 %- reconoce que no quiere tener vecinos judíos, frente al 27 % de 2014, en un país de algo más de 38 millones de habitantes donde la comunidad judía cuenta con menos de 10.000 personas.
Los datos son "alarmantes", asegura a Efe Rafal Pankowski, director de "Nigdy Wiecej", una organización que nació en 1996 para luchar contra el racismo y la xenofobia en Polonia.
Desde mediados de 2015, apuntó, se producen cinco o más agresiones xenófobas o racistas diarias, mientras que en años anteriores el número de incidentes de ese tipo era de cinco a diez por semana.
Pankowski alerta de la "escalada de violencia": "Durante dos décadas venimos observando la evolución del racismo y la xenofobia en Polonia, y nunca habíamos visto tantas agresiones como ahora".
Ejemplos de esas actitudes de odio, especialmente antisemitas, son frecuentes en Polonia, donde regularmente se producen, por ejemplo, profanaciones de cementerios judíos, con pintadas o destrozos de lápidas.
Pankowski recuerda el suceso ocurrido en la localidad de Bialystok hace una semana, cuando un mural con una frase del papa Juan Pablo II fue modificado para incluir un mensaje antisemita.
El original decía "El racismo supone la negación de la identidad más profunda del ser humano", y tras el acto de vandalismo pasó a decir: "Un judío supone la negación de la identidad más profunda del ser humano".
"Nunca habían llegado tan lejos, hasta ahora respetaban las palabras de Juan Pablo II, el papa polaco, y no se atrevían a tocar algo que representase su mensaje o su legado, sin embargo este acto escandaloso de antisemitismo significa que estas personas han perdido el norte devoradas por su odio", denuncia este activista.
A pesar de la escasa presencia de judíos en la Polonia actual, la conciencia colectiva de muchos polacos se sitúa todavía en el escenario previo a la II Guerra Mundial, cuando suponían alrededor del 10 % de la población, unos 3,3 millones.
Sólo unos 300.000 sobrevivieron la guerra y el Holocausto y la mayoría se trasladaron tras la contienda a Israel.
Al impacto de la actual crisis migratoria el informe de la Universidad de Varsovia suma el tratamiento que los medios de comunicación y los políticos locales están haciendo de esta cuestión.
Los dirigentes de los países del Este de la UE, en particular el líder del partido gubernamental polaco, Jaroslaw Kaczynski, y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, son los abanderados del discurso antirrefugiados y han alertado en numerosas ocasiones de los riesgos de abrir las fronteras a la población musulmana que escapa de zonas de conflicto.
En el marco de ese discurso, Polonia apenas ha acogido a una decena de refugiados desde que se inició la crisis y el Gobierno del partido nacionalista y conservador Ley y Justicia se ha desmarcado del acuerdo alcanzado por el Ejecutivo anterior, que se comprometió con Bruselas a recibir a alrededor de 7.000 solicitantes de asilo.