Japón acordó hoy con sus socios del G7 intervenir conjuntamente el yen por primera vez en más de diez años para atajar su apreciación y evitar que el devastador terremoto del 11 de marzo provoque una grave crisis económica.
Japón consiguió hoy el apoyo de los emisores de Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y de los miembros europeos del G7 (Alemania, Francia e Italia) agrupados en el Banco Central Europeo para vender de manera conjunta yenes y frenar su escalada, que pone en riesgo la reactivación económica.
Esta medida, que fuentes del sector financiero creen que comenzó esta mañana con la venta por parte del Banco de Japón de 500.000 millones de yenes (4.348 millones de euros), consiguió que el dólar avanzara frente al yen hasta cerrar en la banda alta de las 81 unidades en Tokio.
Esto hizo que Japón pusiera freno a la rápida apreciación del yen provocada por la certeza en los mercados de que el país necesitará recurrir a un gran volumen de fondos para llevar a cabo la reconstrucción del terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo.
El dólar llegó a intercambiarse ayer a 76,25 yenes, lo que situó a la moneda nipona en su nivel más fuerte desde el fin de la II Guerra Mundial, una cota que ni siquiera se alcanzó tras el terremoto de Kobe en 1995, que causó 6.400 muertos.
Según confirmó hoy el Banco Central Europeo a la apertura de los mercados en la Unión Europea, el emisor se unió a las operaciones de venta de yenes para respaldar las operaciones de Japón.
Otra de las medidas tomadas por el Banco de Japón tras el terremoto ha sido inyectar 38 billones de yenes (330.511 millones de euros) en liquidez para evitar que la Bolsa de Tokio entrase en caída libre tras el terremoto y la posterior crisis nuclear en la planta de Fukushima Daiichi, en el este nipón.
Ese amplio volumen de fondos no ha impedido que desde el día del terremoto, que golpeó la costa noreste de Japón 14 minutos antes del cierre de las cotizaciones del viernes 11 de marzo, el Nikkei haya perdido más del 10 por ciento de su valor.
Debilitar el yen y mantener la calma en los mercados son las primeros pasos para preparar una reconstrucción que se espera larga, costosa y muy arriesgada para el poderío económico nipón, que luchaba antes de este desastre con mantener el crecimiento.
Según la consultora nipona Daiwa Institute, el seísmo que azotó Japón lastrará su Producto Interior Bruto (PIB) un 0,2 por ciento en el año fiscal 2011, que comienza el mes próximo.
El terremoto afectará de manera importante al desarrollo de la región de Tohoku, la más dañada, así como las actividades productivas de todo el país debido al racionamiento de la electricidad.
En la provincia de Fukushima, el terremoto y la crisis nuclear han afectado a empresas con instalaciones ubicadas allí como Asahi o Sony, mientras que el fabricante de automóviles Honda se vio obligado hoy a extender hasta el miércoles la suspensión de su producción en todo Japón por la falta de componentes.
Por su parte el líder mundial del motor, el japonés Toyota, ha tenido que eliminar las horas extra en sus plantas en todo el mundo por la dificultad para obtener piezas.
No obstante, según Daiwa, la reconstrucción, que ya ha comenzado con la reparación de infraestructuras, potenciará la demanda en el país, sobre todo en el sector de la construcción, lo que suavizará la caída del PIB.
Mitsumaru Kumagai, jefe de Daiwa Institute, indicó a la agencia Kyodo que el futuro de la economía nipona y el acierto de estas predicciones dependerán de la evolución de las labores para estabilizar la central de Fukushima Daiichi, que avanzan lentamente en los reactores número 3 y 4, los más peligrosos.
El riesgo acecha Tokio, unos 250 kilómetros al sur de la planta, que se ha despoblado de muchos de sus trabajadores extranjeros en el sector financiero por miedo a la radiación, aunque bancos y casas de valores han reiterado que sus operaciones no se interrumpirán.