A la misma hora en la que hace dos meses un potente terremoto de 9 grados Richter cambió el rumbo del país, Japón detuvo hoy las pesadas labores de reconstrucción durante un minuto para recordar a las casi 25.000 víctimas del seísmo y el tsunami.
En las zonas más afectadas y otros lugares de Japón, como en Tokio, se conmemoró con distintos actos el trágico viernes 11 de marzo que ha dejado por el momento 14.981 muertos y 9.853 desaparecidos, casi todos ellos en las provincias nororientales de Miyagi, Iwate y Fukushima.
Rodeados por escombros o en los refugios, soldados, voluntarios y ciudadanos de a pie de ciudades como Minamisanriku o Kesennuma dejaron lo que estaban haciendo a las 14.46 horas (05.46 GMT) y dedicaron un sentido minuto de silencio a las víctimas que fue transmitido en directo por la televisión pública NHK.
En localidades costeras de estas regiones, la flota que se salvó de las olas lució hoy las tradicionales banderas para traer suerte durante las jornadas de pesca que fueron donadas por personas anónimas, como símbolo de la recuperación de la normalidad.
Los emperadores de Japón, Akihito y Michiko, también rindieron hoy su homenaje a los afectados por el desastre del 11 de marzo.
Los representantes del Trono del Crisantemo mostraron su apoyo a los habitantes de dos ciudades de la provincia de Fukushima, aún inmersa en el drama de la central nuclear cuyas emisiones radiactivas han desplazado a más de 80.000 personas y han dañado la pesca, la agricultura y la ganadería locales.
La familia real ha estado desde el comienzo de la crisis muy involucrada en la atención a los damnificados y, como en otras visitas anteriores, animaron a las víctimas en un refugio temporal, charlaron con ellos de rodillas y cogieron sus manos en señal de consuelo.
En la capital, la emblemática Torre de Tokio se llenó de luces, pese a las medidas de ahorro de energía que imperan en la ciudad tras el terremoto, para recordar a las víctimas, mientras continúan las duras tareas de reconstrucción en el norte del país.
Tras el recuerdo de las víctimas, los voluntarios y equipos de reconstrucción reanudaron sus trabajos para reconstruir una zona en la que el mar destruyó 72.000 casas y acabó con la vida de aquellos que no tuvieron tiempo de escapar a los lugares más altos, la mayoría ancianos.
Todavía quedan 25.000 toneladas de escombros que hay que limpiar tras el desastre, al tiempo que se van construyendo las viviendas temporales para alrededor de los 117.000 evacuados que siguen sin poder volver, dos meses después, a sus casas.
Los que se quedaron o regresaron a sus hogares en pueblos como Ishinomaki o Rikuzentakata no pueden disfrutar de comodidades básicas, como señala hoy una encuesta de la cadena NHK en la que un tercio de los consultados dijo no tener aún agua para asearse.
La Cruz Roja japonesa ha comenzado ya a gastar una partida de 137 millones de euros destinada a proporcionar tanques de agua, refrigeradores o lavadoras a los evacuados en refugios y en casas provisionales, explicó hoy su presidente, Tadateru Konoe.
La organización ha recaudado hasta el momento 1.500 millones de euros que planea invertir en construir infraestructuras médicas, muchas de las cuales fueron destruidas por el tsunami, o en programas de apoyo para ancianos.
Los efectos del terremoto, tsunami y crisis nuclear también han obligado a la tercera economía del mundo a revisar la seguridad de su sistema de suministro energético y plantearse un cambio de rumbo.
La central nuclear de Hamaoka, considerada la más peligrosa de Japón, quedará seguramente paralizada antes de que acabe la semana, según anunciaron hoy las autoridades de Shizuoka, la provincia donde se encuentra la planta.
El primer ministro, Naoto Kan, que pidió que Hamaoka fuera detenida la semana pasada, anunció ayer que su Gobierno revisará su objetivo de que la energía nuclear suponga en 2030 el 50 por ciento de la producción eléctrica del país, frente al actual nivel del 30 por ciento.