Cómo hacer reír a los demás cuando uno pierde la sonrisa. A este dilema se enfrenta el protagonista de "El payaso", filme brasileño dirigido y protagonizado por Selton Mello que, a modo de "fábula" naif, narra ese pasaje que tarde o temprano transitan todos los hombres: la crisis de identidad.
¿Soy feliz con lo que hago, o debería enfrentarme a nuevos retos? Como reconoce hoy en una entrevista con Efe, preguntas como esta llegaron un día a la mente de este realizador carioca, uno de los rostros más conocidos en su país gracias a su prolífica carrera como actor, y consciente de su "universalidad", nació el germen de la película.
Él mismo la define como "una fábula" con imágenes oníricas y de estética casi infantil que "habla poéticamente sobre la identidad, sobre el dilema del talento natural", explicaba minutos antes en rueda de prensa.
Por eso, aunque recorra los pasos de un humorista circense con dudas existenciales, "El payaso", que se estrena en los cines españoles el próximo viernes, es una historia "que le puede ocurrir a cualquiera".
Seleccionada por Brasil para competir en la última edición de los Óscar, la cinta cuenta la historia de los payasos Valdemar y Benjamín, padre e hijo, interpretados respectivamente por Paulo José, "uno de los mayores artistas brasileños", y el propio Mello.
CIRCO 'ESPERANZA'
Ambos están al frente del circo ambulante "Esperanza" - la que ellos llevan a los pueblos que visitan y la que nunca deben perder - cuyos integrantes forman un microuniverso armónico y por momentos feliz, a pesar de que no tengan "ni para las axilas", tal y como señala el protagonista en uno de los pasajes de la película.
Pero las penurias, la rutina y el nomadismo al que están sujetos van haciendo mella en Benjamín, que se va desmotivando poco a poco hasta perder sus facultades.
"Queremos lo que no tenemos. Para Benjamín es un sueño trabajar en un lugar y un horario fijos, y encontrar el amor", justifica Mello a su personaje.
Pero no son las únicas carencias del protagonista, a veces reducidas a objetos banales como un sostén o un ventilador; si bien éste se convierte casi en una obsesión, en un elemento simbólico que sugiere diversos significados.
"Me gusta incentivar la imaginación del espectador y ver qué reacción le provoco", señala el cineasta, que se resiste a ofrecer su visión.
Esta cinta es su particular homenaje a una figura, la del payaso, "esencial, un símbolo artístico". Como le ocurre a Benjamín, en su caso, explica, resulta "muy estimulante" poder "exorcizar" las dudas a través del arte y, desde la dirección, esta posibilidad se multiplica.
Terminada en 2011, en Brasil ya la han visto un millón y medio de personas, una taquilla muy superior a la esperada, ha reconocido la propia productora de la cinta, Vania Catani, y además de España, se proyectará próximamente en Estados Unidos, Argentina, Uruguay o Italia.
"Hace quince años hacíamos una película al año; ahora más de cien. El cine brasileño vive un momento especial, porque estamos conquistando al público y vivimos un momento económico confortable", ha explicado Catani.