Prandelli, el "fracaso" del cambio

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"Ganar no es suficiente". Con esas palabras comenzó Cesare Prandelli su andadura al frente de selección italiana en mayo de 2010, cuando su federación anunció públicamente el nombre del técnico para sustituir en el cargo a Marcelo Lippi. Fueron unas declaraciones que intuían el destierro del "catenaccio" en Italia, acostumbrada a ganar títulos con un fútbol conservador que "fracasó" con la nueva apuesta de su entrenador.

Fue un atrevimiento que, aunque no ha triunfado hasta el final, ha demostrado tener validez. Italia no ha ganado, pero ha hecho fantasear a su país con un título rodeado de una fantasía que se ha visto en contadas ocasiones gracias a individualidades que brillaban en solitario.

Y es que pocos equipos en la historia han tenido un estilo tan definido como Italia, marcado por su miedo al ataque que muchas veces ha tenido éxito. Llevando ese sistema por bandera han ganado cuatro Mundiales (Italia 1934, Francia 1938, España 1982 y Alemania 2006) y una Eurocopa que se disputó en su país en 1968.

Pero para Prandelli eso no era suficiente. Las victorias no bastan para el técnico nacido en Orzinuovi hace 54 años y que ha sido testigo de muchas tragedias a lo largo de su vida. Su padre murió cuando era joven, a los 16 años. Vivió en directo el desastre del estadio de Heysel, en aquella final que disputaron Juventus y Liverpool en la que fallecieron 39 personas. Y sufrió el golpe de ver fallecer a su mujer después de sufrir una larga enfermedad.

Ha sabido superar muchos golpes personales antes de entrar en la historia de su país. Y lo ha hecho refugiándose en el fútbol con un estilo con el que siempre ha soñado y querido. Con gusto, al ataque, buscando el dominio del balón y manteniendo una defensa fuerte que no ha tenido nada que envidiar a la de sus antepasados.

Antes de la final ante España, Italia, entre la fase de clasificación y la Eurocopa, recibió sólo cinco goles. En dos años, no le han hecho ni media docena de dianas. Y, eso, sin renunciar al estilo que defiende Prandelli, atacando y rejuveneciendo su selección tras el fiasco del Mundial de Sudáfrica, del que sólo quedan 10 futbolistas de 23.

"Si tenemos futbolistas que saben jugar con el balón, ¿cómo no los voy a poner?", declaró cuando dio la lista de la Eurocopa. Durante el torneo no renunció a su idea y rozó el triunfo. Sólo ante España y Croacia, en los dos primeros partidos de la fase de grupos, pudo traicionar su idea, pero en verdad no lo hizo. Puso a cinco defensas falsos que eran sólo tres con dos laterales larguísimos.

En los siguientes duelos colocó a toda la artillería posible que tenía en su equipo dando más cancha a Riccardo Montolivo, un buen jugador que junto a Marchisio y, sobre todo Pirlo, formaron un conjunto efectista que dejó fuera a la gran Alemania en semifinales.

"Cierro los ojos y veo una noche fantástica", declaró sobre el partido que le esperaba ante España. Prandelli, ante todo, es un soñador, un hombre capaz de mantener la tranquilidad en una selección que una semana antes del inicio de la Eurocopa vivía tensiones por los escándalos de las apuestas del Calcio.

Pudo levantar el ánimo de toda un equipo que comenzó el torneo con la cabeza agachada y que lo terminó perdiendo, pero orgulloso de haber competido alejado del clasicismo defensivo italiano. Prandelli soñó con una noche fantástica y no la tuvo, pero al final, el "fracaso" de Italia fue el éxito del cambio.