"El otro", una de las mejores películas de suspense de todos los tiempos

  • El viernes a las 22:45, en La Otra

En 1972, Robert Mulligan estrenó una de las mejores películas de suspense de todos los tiempos: “El otro”.

Mulligan, que ya había comprobado cuando dirigió “Matar un ruiseñor” que lo de rodar con niños no es tan tremendo como Hitchcock lo contaba, no dudó en hacerse cargo de este misterioso relato que tiene lugar en la América profunda, durante los años treinta.

En la granja de su familia dejan pasar el verano los gemelos Perry que, pese a que son como la noche y el día – o como perro y gato – disfrutan jugando juntos y haciendo de las suyas, hasta que unos misteriosos episodios empiezan a suceder en su casa y alrededores.

La abuela de ambos no tardará en darse cuenta de que algo muy peligroso amenaza las vidas de todos y no dudará en investigar qué está pasando. La película tiene 45 años y parece que la terminaron ayer.

El otro / Archivo

Perfecta para ser vista en tiempo de Halloween, que es de lo que se trata, “El otro” está basado en la novela best seller de Thomas Tryon, actor de cierto mérito popular por algunas series de la Disney de los sesenta que desilusionado de la interpretación, comenzó a escribir novelas de terror y misterio con bastante fortuna.

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La de esta noche apareció en el mercado al mismo tiempo que “La semilla del diablo” o “El exorcista”, éxitos de papel que transitaron de maravilla camino de la pantalla y volvieron a poner de moda un género muy popular pero no apto para todas las sensibilidades.

“El otro” sin embargo sí lo es. El relato está envuelto en el misterio y la narración está llena de suspense, pero no hay demonios con o son ganas de perpetuar la especie, ni vampiros ni hombres lobo ni nada que se le parezca.

Esas cosas no ocurren en la luminosa granja donde los gemelos Perry dejan pasar los días con la suavidad del agradable veranos de 1935. Entre risas y travesuras los chavales tratan de superar algunos malos tragos recientes, como el fallecimiento de su papá. Pero a los 9 años no hay pena que mucho dure. Además adoran a su mamá, se afanan en tomarle el pelo al pelma de su primo Russell y juegan con la abuela a fantasear como sería ver la vida a través de los ojos de otros seres, para estimular su imaginación.

El otro / Archivo

Pero, de pronto, al menos así parece, todo se tuerce y empiezan a ocurrir cosas que jamás acontecerían en la luminosa granja en la que los gemelos Perry disfrutaban de aquel verano y que tienen que ver con una vieja caja de tabaco llena de secretos, con un anillo, con una armónica y con unas cuántas desgracias muy difíciles de explicar. O no.

El director Robert Mulligan se sintió fascinado por el relato desde que cayó en sus manos. Procedente de la televisión, Mulligan había conocido el éxito desde muy joven gracias a algunas series y a sus primeras películas, comedias románticas glamurosas y con buen cartel en la mayoría de los casos.

Cambiando de tercio, consiguió su única candidatura al Óscar cuando dirigió una de las películas más queridas de la historia de Hollywood: Matar un ruiseñor. Pero en la década siguiente, aunque continuó trabajando en diferentes géneros y con cierto éxito, no encontró el material apropiado para mantenerse en el pelotón de cabeza de aquella nueva generación de directores que se revelaron en los sesenta.

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Sin embargo, todavía le quedaba por hacer alguna película tan estimable como la romántica “Verano del 42”, y alguna obra maestra como la que nos ocupa, en la que maneja con maestría los secretos de un inquietante relato con apariencia de cuento infantil, con una fotografía en la que todo es brillo sin apenas sombras. Lo que se oculta, lo hace a plena luz del día. Hasta que deja de hacerlo.

Buscó y encontró, no sin dificultad, a sus pequeños protagonistas entre las fotos de gemelos que fueron enviadas a la productora Fox, en cuanto se hizo público que la novela se llevaría al cine.

Rubios y relucientes, los hermanos Udvarnoky se hicieron con los papeles más deseados del momento, pese a no tener ninguna experiencia como intérprete. Eso es justo lo que le sobraba a Uta Hagen, una actriz con origen germano, gran dama del teatro, tres veces ganadora del Tony, y que, aunque en el cine se vio bien arropada en algunas ocasiones por grandes como Laurence Olivier o Gregory Peck, siempre será mejor recordada como legendaria maestra de actores. Había tortas para hacerse con una plaza en su prestigiosa escuela.

El otro / Archivo

Completa el reparto el malogrado John Ritter, antes de que se hiciera popular gracias a series como “Los Walton” o “Apartamento para tres”.

Están espléndidos Uta Hagen y los gemelos Udvarnoky, que, por cierto, jamás volvieron a ponerse delante de una cámara, pero si hacemos un esfuerzo no nos costaría imaginar a Ingrid Bergman, en el papel de abuela de orígenes centroeuropeos o a Mark Lester, el niño del musical “Oliver”, en los papeles principales. La primera no pudo ser porque tenía compromisos teatrales en Europa y al segundo lo apearon sus padres porque, al parecer, tenía terrores nocturnos.

En serio, que ya sabemos que no es conocida, que no tiene estrellas pero es tan buena y está tan bien hecha.. Quedaos a verla. Nos lo agradeceréis.

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