Vídeo: REDACCIÓN | Foto:Telemadrid
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Muchos afganos se han visto obligados a tomar medidas extremas para no morir literalmente de hambre. Desde vender sus órganos a, incluso, vender a sus propios hijos.

La pobreza endémica, la guerra, la suspensión de las ayudas internacionales tras la llegada al poder en agosto de los talibanes y un crudísimo invierno. El resultado son colas de miseria inimaginables.

Un saco de harina puede suponer una semana de comida. Para muchos cientos de miles de afganos, la única manera de no morir de hambre es vender sus órganos. Incluso a sus hijos.

Hoy, pagan 2.000 dólares por un riñón masculino y 1.500 por un femenino

Recogemos testimonios terribles como el de una mujer que ya ha vendido un riñón por menos de 1.500 euros y piensa en la posibilidad de vender a uno de sus niños “Lucho por mantener vivos a mis hijos, nos dice. Por eso he pensado en vender a uno, tal vez sea lo mejor para él y consigamos comida para los demás”.