Vídeo: EVA S. CUESTA | Foto:Telemadrid
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En el corazón de Madrid, en el bullicioso barrio de Antón Martín, se esconde un local que no es solo un restaurante, sino un viaje en el tiempo. Se llama, simplemente, "Ferretería", y ocupa el espacio que durante más de un siglo albergó la ferretería más antigua de la capital.

Ahora, en lugar de clavos y herramientas, se sirven torreznos y chipirones, pero con el mismo escenario histórico. Pelayo, anfitrión del lugar, nos guía por un espacio único.

La zona más representativa es la planta baja, que mantiene intacta la esencia del establecimiento original, inaugurado en 1888. "Mantiene la estructura original... con el mueble típico de ferretería, con aquel mostrador que se abrió para permitir el pase del cliente e incluso con el suelo original de finales del siglo XIX", explica.

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Este espacio funciona como bar y recepción, creando un ambiente informal donde la gente puede "sentarse a compartir sin la formalidad del restaurante". Pero la experiencia va más allá de la rehabilitación.

Al entrar, los comensales son recibidos por una obra del maestro Eduardo Chillida. "Tenemos la suerte de que la propietaria, María Antonia Escapa, decidió depositar aquí su colección privada de arte contemporáneo", comenta Pelayo, destacando la fusión entre patrimonio industrial y vanguardia artística.

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El viaje continúa hacia las profundidades del local. Bajo la entrada, se encuentra lo que era el almacén de la ferretería, un espacio con una historia aún más antigua. "Teóricamente perteneció al Colegio de Nuestra Señora de Loreto, que mandó construir Felipe II en el siglo XVI. El Plano de Texeira coloca aquí aquel colegio", relata Pelayo, añadiendo así una capa histórica que se remonta al Madrid de los Austrias.

En el "centro de operaciones" de esta nueva Ferretería, la cocina, se elaboran platos que hunden sus raíces en la tradición, pero con un toque personal. Entre sus clásicos se encuentra el torrezno, "elaborado nosotros en casa desde cero", y unos "chipirones con porras, que más madrileño no puede ser", presentados para disfrutar mojando con la porra. Como contrapunto, el postre está "dedicado a Japón", completando una oferta culinaria tan ecléctica como el propio local.

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Ferretería no es solo un lugar para comer; es un restaurante-museo donde se funden la historia industrial, el arte contemporáneo y la gastronomía, ofreciendo una de las experiencias más peculiares y auténticas en el centro de Madrid.