Lo que comenzó como una conexión íntima entre Nuria y su abuela Ramona terminó convirtiéndose en un proyecto gastronómico con impacto social.
Tras años trabajando en publicidad y relaciones públicas, Nuria decidió dar un giro radical a su vida al darse cuenta de que su verdadera pasión estaba lejos de las agencias.
Un máster de crecimiento personal y un viaje en solitario por Asia, Nueva Zelanda y Australia despertaron en ella una vocación profunda: cocinar para quienes más lo necesitan, especialmente personas mayores.
Así nació su labor como chef a domicilio, inicialmente para celebraciones y eventos, y más tarde como un servicio cotidiano para mayores que requieren apoyo en su alimentación.
Durante diez años recorrió hogares llevando cocina tradicional, fusión asiática y recetas asiáticas, hasta que la pandemia transformó por completo su manera de trabajar.
