Durante los primeros meses de la pandemia causada por la COVID-19 la vida cambió. Los hospitales fueron la principal herramienta para atender una demanda de asistencia sanitaria desconocida hasta entonces y en los que se tuvieron que tomar decisiones éticamente muy comprometidas. Aunque las miradas se centraban en los sanitarios de las Urgencias, los cuidados intensivos, los internistas o los neumólogos, hubo un estamento que tuvo que gestionar el miedo y la incertidumbre. Esos fueron los gestores de los hospitales que se vieron obligados a flexibilizar las capacidades de sus centros para atender una demanda en aluvión que requería decisiones firmes y urgentes. Fórmula Salud habla con una de esas profesionales de la gestión sanitaria, Inmaculada Ramos, cirujana, directora del Distrito Sanitario de Monforte y vicepresidenta de ASOMEGA.