La pintura de Antón Lamazares está construida de emociones que se expresan con un lenguaje propio, utilizando el Alfabeto Delfín que él mismo ha inventado. Un código creado para satisfacer su anhelo descriptivo y en el que cada signo equivale a algo más que una letra. “La vida se abre cada día a la inspiración. El año que viene, afirma emocionado en Fórmula Salud Antón Lamazares, cumpliré 50 años pintando”. Cada cuadro llama a otro cuadro y así es como “me enredo en nuevas obras como las que expongo ahora en Cántico Espiritual”.
Pero la pintura por sí misma no es suficiente. En opinión del artista gallego, “Yo propongo con mi pintura algo que debe complementarse con la emoción de la mirada del espectador.” Es una suerte de mezcla de estados emocionales que dan pleno sentido a la obra pictórica: conectar la emoción del autor con la emoción de quien mira su obra y observar que hay conexión. Como la conexión entre Antón Lamazares y la obra mística de San Juan de la Cruz representada en Cántico Espiritual.