Hace 25 años una sentencia dictó que los jugadores de fútbol del viejo continente tenían derecho a trabajar libremente en todo el territorio de la Unión Europea.
La ley lleva el nombre de Bosman, el primer futbolista que luchó por este derecho. Se trataba de un jugador menor que nunca triunfó en una gran Liga, pero que cambió las normas del juego para siempre.
El espíritu de la norma era loable, declarar ilegales algunas indemnizaciones abusivas y aumentar la libertad de los trabajadores del fútbol. En la práctica, la aplicación de la norma ha aumentado la brecha entre los clubes más ricos y los demás.